Charpito es
uno de los muchos toros afincados en tierras españolas. Conocedor de su
posición como rey de la dehesa y protagonista de la Fiesta, quiere hacer valor
su preponderancia.
Lleva unos
días triste al escuchar a sus dueños hablar sobre la situación de la
Tauromaquia en España. Mira a sus hermanos y, en el cercado de al lado, a sus
hijos y no comprende cómo algunas personas pueden hacer tambalearse el motivo
de su existencia.
Su casta brava
no le permite estar con los pitones parados y a va hacer valer sus derechos
allá por donde vaya. ¡Acompañemos todos a Charpito en su viaje!
Con mucha
tristeza de despide de su familia en Colmenar Viejo. En cuanto se monta en el
Cercanías que le llevará al aeropuerto no deja pensar y dar forma a todos sus
planes: «no permitiré que acaben con toda mi historia aquellos que se jactan
asegurando de saber mucho de la historia de este país”.
Con rumbo
hacia Lisboa, hace un alto en el camino para saludar a sus compañeros
Garcigrande, Juan Pedro Domecq y Luis Terrón en Badajoz y pide a figuras como
Morante de La Puebla, El Juli y Pablo Hermoso de Mendoza que sigan impregnando
a la Fiesta de la belleza que emana sus sellos.
Charpito,
contento de la respuesta objetiva, prosigue su camino viendo que en tierras
extremeñas la Tauromaquia está asegurada.