En el apartado de las cuadrillas, el nombre propio de la tarde de este miércoles en Madrid fue el del picador Juan Peña, perteneciente a las filas de Manuel Escribano, quien firmó una actuación sobresaliente frente al segundo toro de su lote, pese a ser descabalgado en el primer encuentro.
Peña se rehízo con autoridad y temple para protagonizar una faena modélica en varas: se agarró con precisión, midiendo perfectamente el castigo —no por escaso, sino por ajustado, ya que el toro llegó picado al peto— y, con criterio, levantó la vara a tiempo para evitar que el animal se desgastara innecesariamente.
En el conjunto de la tarde, sin que se alcanzaran grandes cimas, tampoco se cayeron en simas; una función de tono equilibrado, donde la entrega de los subalternos tuvo momentos de mérito destacable.