OBITUARIO

Adiós a “Viruta”, banderillero, mozo de espadas y padre del también torero David Valenzuela


miércoles 2 junio, 2021

El mundo taurino catalán (que existe y resiste) llora hoy la muerte de Miguel Valenzuela “Viruta”, banderillero, mozo de espadas y padre del también toreo David Valenzuela.

El mundo taurino catalán (que existe y resiste) llora hoy la muerte de Miguel Valenzuela “Viruta”, banderillero, mozo de espadas y padre del también toreo David Valenzuela.

El mundo taurino catalán (que existe y resiste) llora hoy la muerte de Miguel Valenzuela “Viruta”, banderillero, mozo de espadas y padre del también toreo David Valenzuela.

“Viruta”, que nació hace 80 años en Bujalance (Córdoba) para establecerse al poco tiempo con su familia en El Prat de Llobregat, donde ha fallecido, hizo sus pinitos como novillero  pero pronto pasó a las filas de plata (actuando como tercero y eficaz puntillero en las filas del gran Joaquín Bernadó, los hermanos Corpas, Aguilar Granada, Carlos Pacheco o su hijo David, quien le cortó la coleta en la Monumental el 14 de abril de 1996, en un festejo en el que compartió cartel con Antonio Ferrera (que hacía su presentación) y Tomás Sánchez. Después fue mozo de espadas de Serafín Marín, con el que ya estaba desde los inicios de su andadura taurina.

“Viruta”, apodo que tomaba de su desempeño como carpintero, de talante jovial, fue un personaje muy querido y activo en la Catalunya taurina, siempre implicado y presente en todas las actividades que se organizaran.

 En este recuerdo emocionado no quiero pasar por alto un hecho singular y que deja patente esa implicación entusiasta, ese amor por el toreo.

Ocurrió ha hecho ahora justo cuatro años y fue en el Mercat de  les Flors de Barcelona.

Allí, en el marco del Festival Ciutat Flamenco, se estrenó el espectáculo de danza “Es la hora”, creado por Hansel Cereza, uno de los fundadores de La Fura dels Baus, que contó con Salvador Boix como asesor taurino.

En la hora de duración del espectáculo el espectador asistía al ritual por el que un ser humano, en este caso una mujer y un hombre (extraordinarios Eli Naya y Nacho Blanco), se despojan de su ropaje “normal” para cubrir su cuerpo desnudo con una segunda piel, una armadura de oros y sedas con la que se enfrentará a la muerte. Para ello contaban con la imprescindible ayuda del mozo de espadas, que no era otro que el entrañable “Viruta”, que, en escena, revivía su pasión, su vida.

La música y la daza, de recogimiento, miedos y desafíos  en las que los toreros/bailarines se expresaban con tanta sensibilidad como fuerza creado una atmósfera en la que la tensión se concentraba en un final estremecedor con la aparición desde el fondo del escenario de una escultura original del artista Álvaro Soler en la que,  rezaba el programa de mano: “ Se simboliza la unión de dos seres, el humano y el animal, unidos por la nobleza y el respeto de un contrincante que temen”.

Y era justo en el momento inmediatamente anterior a esa escena cuando “Viruta” entregaba la montera al matador y con firmeza pero como un susurro decía tres palabra las tres palabras que dan título a la obra. “Es la hora”.

La hora final de “Viruta” ha llegado porque le falló el corazón pero la Catalunya taurina siempre lo recordará.