Dice que es de izquierdas, como demuestra su carnet del PSOE. Como si tenerlo fuera muestra de ser de cualquier ideología desde que el sanchismo asesinó a la libertad. Dice que es de izquierdas y espeta que no va a volver a haber toros en Gijón por el artículo 33. Y es muy comunista el proceder, es verdad, teniendo en cuenta lo de Stalin, Castro, Chavez o Putin. Aunque a esos no los quieran exhumar.
«No se va a conceder la prórroga y no se va a volver a sacar la plaza a concurso», dice la pseudorroja. Y se queda tan ancha. Porque en la España de hoy se criminaliza al que come carne, pero se vota al que prevarica porque se cree en las mentiras que esconden sus estupideces. Y sus delitos, porque lo que la alcaldesa de Gijón ha hecho esta mañana es un DELITO, y conviene que lo sepa.
No solo porque atente contra la Ley 18/2013, sino porque va contra los derechos de los ciudadanos recogidos en el Título 1 d la Constitución, los más protegidos de la Carta Magna. Lo de menos es la supina estulticia de motivar su decisión en los nombres de los toros; lo verdaderamente preocupante es que gente de esta calaña ocupe puestos de representación en España. Y que haya gente que se sienta representada por ellos es ya de pensar en el exilio.
Pero luego lo piensas y comprendes que aquí no hay exilio que valga, y que la izquierda de la transición tenía claro que debíamos caber todos. La de hoy exige que solo quepan los que son de su cuerda. Aunque eso conlleve cometer delitos de prevaricación y, por supuesto, atropelle los derechos de los demás. Porque para la izquierda de hoy, la que se dice solidaria y generosa, solo existe un pensamiento, y es el suyo. Y perpetra todo tipo de atentados contra los que piensan de otra forma. Porque esos son los enemigos. Y luego dicen que no propician el clima de preguerra. O que son demócratas y no dependen de clientela alguna.
Como dicen en mi pueblo, «amos aaaaaanda».