ILUSTRACIÓN: JUAN IRANZO
Salamanca
está de enhorabuena: tiene torero. Allá en la Fuente de San Esteban ha crecido
un Alejandro Marcos que, en 2015, le ha dicho al mundo que quiere entregarse a
la profesión más bella. Y se lo ha dicho como se dicen las cosas en la Fiesta:
toreando, sintiéndose importante en su escalafón y rompiendo el alma hacia
fuera. Así, Marcos se ha alzado con el premio novilleril más importante del que
puede gozar un torero menor, el Zapato de Oro.
«Ha
sido un golpe de moral y de motivación muy bueno. Hacía falta un triunfo así en
un sitio de relevancia para que la gente, aparte de hablar de mí, conociera mis
triunfos”, señala Alejandro sobre la actuación septembrina en el Arnedo
Arena. Le hizo merecedor del Zapato de Oro tras una rotunda actuación en la que
«me
vi muy conectado con el aficionado riojano. Al primer novillo le faltó
humillar, pero lo entendí despacio; el segundo fue bravo, codicioso, exigente y
la gente vio el esfuerzo que hice con él”.
También
en su tierra, Salamanca, y con La Glorieta por testigo, Marcos hizo el toreo en
la novillada de la Feria. Lo reconoció su afición paisana y eso, a un torero,
tiene que llenarle el corazón. «Me llené ese día de felicidad y mucha moral.
Me sentí muy feliz con la gente de Salamanca, con toda la afición que siempre
ha estado a mi lado, con todos los ganaderos que me han abierto sus puertas y
con esa plaza tan maravillosa. Fue una tarde en la que me responsabilicé y me
hizo pasar muchos nervios”.
Sabe
que su concepto ha experimentado una evolución lógica de la que el aficionado
de a pie se ha percatado perfectamente. «Creo que cada día siento más profundo el
toreo, aunque poco a poco me iré acercando a lo que sueño. No es fácil expresar
lo que llevas dentro y, aunque al principio quieres hacer muchas cosas delante
de la cara del toro, ninguna sale como quieres, por lo que poco a poco tienes
que ir marcándote metas y consiguiéndolas”, señala el joven.
El
maestro Juan José sigue a su lado. Lo estuvo de niño en la Fuente de San
Esteban, prosiguió junto a él en la Escuela de Salamanca y ahora lo acompaña
diariamente en los entrenamientos en su propia localidad. Ninguno de los dos se
da por vencido para mirar siempre adelante. «Me da muchos consejos, pero sobre
todo me repite muchas veces que lo que le dé al toro, el toro me lo devolverá. Para
él, el entrenamiento es muy importante y su acompañamiento es clave para el
aprendizaje diario”.
En la
última actuación venteña no le salieron las cosas a Alejandro debido a una
descastada novillada de El Torreón. Pero ese día no resume su trayectoria
madrileña, pues se ha ganado por méritos propios repetir hasta en cuatro
ocasiones en el coso de la calle de Alcalá. «De Madrid me quedo con eso, con
haber ido esas tardes. Me quedo con no haberle dicho que no a esa plaza porque
sé que el aficionado me espera. Aunque nada ha salido como yo soñaba, creo que
la empresa ha tenido la suficiente sensibilidad como para repetirme después de
ver el esfuerzo en el ruedo”.
Hace
tres semanas debutó en México, en la localidad de Cinco Villas,
desgraciadamente con un lote que no valió, pero logró acoplarse a la embestida
azteca. «Mi lote no regaló nada, pero comprendí cómo se mueve ese animal, cómo
hay que ofrecerle los toques y cómo hay que plantearle las faenas. Me sirvió
mucho”.
Sobre
la asignatura pendiente que se lleva al invierno, «queda trabajar mucho con la mano
derecha y, sobre todo, de capote. Todos los errores del día a día hay que
subsanarlos”. Sobre el planteamiento del 2016, Marcos comenta a CULTORO
que «no
quiero pensar todavía en la alternativa porque creo que el Zapato de Oro tiene
que servir para acabar de novillero con una carrera importante”, rubrica.
FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO