Con más de 150 años de historia, la ganadería de Ana Isabel Vicente García es una de las más longevas del territorio salmantino. La ganadería fue fundada en 1862 por don Ildelfonso Sánchez Tabernero sigue manteniendo las señas de identidad de una casa que tiene al toro bravo como un referente. «Rollanejo«, en Cubo de Don Sancho es la finca en la que actualmente tiene todo el ganado bravo.
Año tras año, generación tras generación la llama del toro bravo no se apaga en casa. Fruto de ello en 1993 se crea un nuevo hierro en casa, formándola con vacas y sementales de Los Bayones y Carlos Nuñez, llevando ambas procedencias por separado. A partir de ahí comienza la nueva aventura. Hasta el 2017 fue el padre de Ana Isabel el que llevó las riendas de la ganadería; a partir de ahí la propia Ana se hace con el timón de la divisa salmantina.
Todo empezó en 1993 al adquirir su padre un hierro de primera puesto que el ya tenía otro en la Asociación. Ana, ingeniera química de profesión ha vivido siempre junto al toro bravo, pero su profesión no le hacía poder pasar todo el tiempo que ella quería junto al toro. Sus continuos viajes por trabajo le alejaban del campo salmantino. Pero todo eso cambió hace cinco años, es ahí cuando toma el timón de la ganadería. Un trabajo precioso pero muy duro, un cambio drástico en la vida de Ana Isabel.
La pandemia les golpeó duramente como a la gran mayoría de sus compañeros, pero ahí sigue: no hinca la rodilla ante las adversidades, sigue luchando por el toro bravo, algo que le da sentido a su vida. Pero esos problemas quedan en un segundo plano cuando ves una vaca embestir en un tentadero, nacer un becerrito o ver como se rematan los novillos. Evidente sin rédito económico la ganadería es inviable, de ahí que tras bajar el número de festejos lidien casi la totalidad de los animales en los festejos populares.
Una ganadería con personalidad propia, dos encastes que comparten finca, Núñez y Atanasio, dos tipo de toros muy diferentes tanto en fenotipo como en genotipo. Tener claro el tipo de toro que se busca es esencial para llegar a buen puerto. Ana tiene un tipo de toro en la cabeza, pero es consciente que no puede pedirle lo mismo a dos encastes tan diferentes entre si. Busca dotar de esa personalidad propia a una vacada que sigue luchando por un legado familiar que tras más de 150 años debe seguir vivo en el Campo Charro. Así se puede ver en el siguiente reportaje de «Mi corazón es taurino»,