La historia de los toros bravos se escribe muchas veces con sangre, la sangre de una lucha fratricida entre los líderes de las camadas. Toda persona que ha pisado una ganadería de bravo sabe que los cambios atmosféricos afectan mucho al toro bravo, los altera, los vuelve irascibles. Esos cambios que también se dan cuando llega el verano y el toro está totalmente rematado, ahí es cuando más peleas hay en el campo.
La aparición de animales que hace unos meses andaban un punto por detrás de sus hermanos hace que las fuerzas se igualen y se den peleas muy duras. Por eso, cuando llega el mes de junio, los hombres de campo se las ven y se las desean para intentar buscar métodos eficientes que ayuden a sofocar las peleas. En el campo bravo siempre hay animales que se salen del guion, es decir, que pese a la nobleza reinante sacan a relucir su comportamiento altivo y arrogante.
Dentro de este grupo de animales hay unos más sumisos y otros más dominantes; estos segundos suelen ser los que mandan en los cercados. En cada camada siempre hay uno o dos que son los más gallitos y, de uno en uno, no les pueden; pero aprovechan, y cuando ven su oportunidad hacen asalto al poder para derrocar al líder.
Siempre se dice que el animal más noble en el campo es luego el más bravo en la plaza y viceversa. A partir de los tres años el toro tiene desarrollado su instinto sexual pese a no haber conocido hembra. La cercanía de los cerrados de las vacas y el celo que transmiten alteran a los animales. Por tanto los más fuertes de la camada intentarán montar a aquellos que le deben sumision. Esto puede provocar lesiones o nuevas pelas entre ellos, de ahí que los hombres de campo deban estra atentos para evitar dichas situacines.
La razón por la que los machos se ‘montan’
Los machos se ‘montan’ porque están apartados de las hembras y tienen lo que en veterinaria se conoce como hiperexcitabilidad sexual, propia de la edad y por estar pletóricos y repletos de energía por la alimentación. Los toros establecen jerarquías y los dominantes tienen derecho a montar, ya que siempre hay toros sumisos o aborchornados.
Cuando se montan en los corrales, los toros que lo hacen son los que gastan más energía y llegan más desfondados a la lidia; sin embargo, los sumisos se gastan menos. Sin duda, es un problema para los ganaderos el que los toros se monten o intenten montar en los corrales de las plazas de toros, de ahí que les traten con diferentes sustancias en el embarque o incluso justo antes del desembarque para cambiar el olor (zotal, aceite de semilla de Neem u otros repelentes de insectos o mezclas de diferentes sustancias, sobre todo en el tercio posterior).
Según exponen fuentes veterinarias a este medio, cuando los duchan con agua en los corrales de las plazas de toros, arruinan el esfuerzo de los ganaderos y mayorales para evitar que se monten, y además estresan más a los toros, sobre todo si no están acostumbrados en la finca y es la primera vez que los duchan con manguera.