Hay que dejar claro que en la Fiesta, el apoderado es el encargado de velar por los intereses del torero en los despachos, al igual que lo es el representante o el agente en el mundo del Fútbol: “Ser apoderado es una profesión tremendamente exigente y dura porque velamos por los intereses de un torero que ha puesto toda su confianza en nosotros, de ahí muchas veces podamos tomar decisiones que no sean políticamente correctas por el bien de nuestro poderdante”, comentó hace algunos años Raúl Gracia ‘El Tato’.
Dentro del mundo del toro hubo grandes apoderados que llevaron las carreras de figuras y de jóvenes valores que alcanzaron sus metas gracias a una forma muy personal de interpretar el toreo. Dentro de estos hubo algunos que tomaron el camino de la independencia, mientras que otros estuvieron arropados por un apellido que era santo y seña de una casa de empresarios de alta alcurnia, esa que allanaba el camino de cara a cerrar contratos con otras plazas.
Actualmente, han perdido fuerza esos hombres independientes en detrimentos de otros que manejan plazas de toros e incluso ganaderías, algo que pone en dificultades a esos que siguen el camino opuesto, pero que ven como van menguando aquellos románticos que han sido santo y seña del toreo. Ahora pocos ven recompensada esa decisión de ir por libre con la llamada de un espada que mande en el escalafón. Tras Fernando Cepeda y José Antonio Campuzano, la bandera de la independencia la llevan nombres como Salvador Boix (José Tomás), Pedro Jorge Marques (Morante de la Puebla) y Roberto Domínguez (Andrés Roca Rey).
Dentro del escalafón hay grandiosos toreros, espadas con unas condiciones bárbaras, pero los cuales no tiene la capacidad de echarse a la espalda -salvo en contadas ocasiones- el peso de un cartel o una feria, de ahí que se necesite ir bien arropado por una serie de compañeros que ayuden a colgar el ansiado “No hay localidades”. Debido a esto, entre otras cosas, ha ido desapareciendo ese apoderado independiente que llevo las carreras de máximas figuras del toreo. Ahora, pese a triunfar en plazas de relevancia se necesita a un empresario que te garantice estar en las ferias de postín, de lo contrario la cosa se pone cada vez más difícil.
Fuera de esos tres espadas antes citados, hay otra serie de toreros de la parte alta del escalafón que siguen apostando por la figura de un apoderado independiente, una serie de hombres de confianza que dirigen las carreras de espadas anunciados en gran parte de las ferias. Está el caso de Luis Miguel Villalpando (Diego Urdiales), David Benegas (Miguel Ángel Perera), Curro Vázquez (Cayetano Rivera), Antonio y Fran Vázquez (Pablo Aguado), Juan Diego (Paco Ureña), Julián Guerra (Borja Jiménez) o Andrés Caballero (Diego Ventura) entre otros.
Luego existen grandes casas empresariales que, amén de gestionar sus plazas de toros decidieron hace años llevar la carrera de grandes figuras del toreo o de diestros que buscan su sitio en los carteles de figuras. Este es el caso de la Casa Matilla, compuesta por Antonio y Jorge García Jiménez que llevan las carreras de Sebastián Castella, David Fandila “El Fandi” y José María Manzanares. Otro de los empresarios punteros del sector es Simón Casas, el cual lleva de forma directa las carreras de Alejandro Talavante y Lea Vicens. No podemos olvidarnos tampoco de Juan Bautista, empresario de cosos como Arlés, que lleva la carrera de una figura del toreo como Daniel Luque y de uno de Marco Pérez, uno de los novilleros con más ambiente del escalafón.
La empresa Pagés, con Ramón Valencia a la cabeza, hace pocas fechas que oficializó el apoderamiento del joven novillero Javier Zulueta, al igual que un Carlos Zúñiga (Circuitos Taurinos) que apostó sin miramientos por el novillero Manuel Román y Ginés Marín. Otro de esos empresarios jóvenes que están en boca de los aficionados es José María Garzón (Lances de Futuro), el cual lleva los designios de la carrera del sevillano Juan Ortega desde finales de 2022, al igual que hace Alberto García (Tauroemoción) con las carreras de Emilio de Justo y Manuel Escribano.
Dentro de esta amalgama de empresarios no debemos olvidarnos de la familia Lozano y su vinculación con el toledano Tomás Rufo, ni tampoco de Maximino Pérez (Maxitoro) con el apoderamiento de un joven espada como Fernando Adrián. Otra de las casas empresariales más importante del país en la familia Chopera, llevando ésta las carreras de Pablo Hermoso de Mendoza y su hijo Guillermo, este último uno de los rejoneadores más relevantes del escalafón. Por tanto, una serie de hombres de negocios que llevan las carreras de una serie de espadas que copan los lugares más significativos del escalafón,