Apenas tenía un año cuando, en brazos de mis padres, llegué por primera vez aun aplaza de toros. Era La Monumental de Barcelona y, cuando tuve edad de saber, supe que ese día toreaba Chamaco, que sería mi ídolo, también el de mi ciudad, como, toreando con el balón, lo fue Kubala.
Por La Monumental siguió pasando en toreo, la Historia, aunque cada vez éramos menos. Cuando todo parecía ya perdido, en 1998, se presentó un torero de Galapagar, enjuta la figura, quieta la planta, que un año después cortó cuatro orejas, nos devolvió la ilusión y muchos de los que habían desertado, regresaron. Como regresaron cuando en 2007, ese mismo torero eligió Barcelona para volver él también. Desde ese año y con él como pilar, la Barcelona taurina vivió con respiración asistida hasta que el 28 de julio de 2010 el Parlament decidió desconectarla. Y la Mercè de 2011 sería la última con toros.
Fueron dos tardes que permanecen en la memoria del alma. La de Morante, Juli y Manzanares, de olés enronquecidos, de palmas por bulerías -¡ay, ese sobrero que regaló Morante!-, la tristeza guardada en un pliegue del corazón, pues aún quedaba la de Juan Mora, José Tomás y Serafín Marín, vivida sobre el delgado hilo que separa la realidad del deseo.
El desmayo de Juan Mora provocaba diástoles en corazones que ya apenas resistían. José Tomás los llevaba a sístoles de grandeza única y Serafín corazón cuatribarrado, explotaba hacia adentro. Salté al ruedo como tantos, guardé área en los bolsillos, quería abrazar a todos, los areneros se abrazaban a mientras la mirada perdida buscaba argumentos para no desfallecer. Los héroes de luces, entre gritos de ¡libertad!, salieron a hombros y allí quedó el recuerdo, la memoria.
En los territorios de la memoria está la esencia de lo que somos, el tiempo que nos queda. Y en esa memoria tantos nombres (Luis Mª Gibert, Joan Segura Palomares, Jaume Josa…) amistades que trece años después ya no están, tantas tardes compartidas en el tendido, tantas conversaciones entre vinos y risas, tantos olés gritados.
La Monumental cerrada al toreo sigue esperando a quien tiene la llave.
Mientras, así estoy yo son ti…