Borja Jiménez saludó al segundo de la tarde con un recibo a la verónica lleno de temple, rematado con varias medias que calaron en los tendidos. Con la muleta, se fue decidido al centro del ruedo, donde se puso de rodillas y se pasó al toro por delante y por detrás, levantando al tendido. A partir de ahí, construyó una faena de gran empaque y poderío, llevando al toro con mando por ambos pitones. Faena sólida, de torero que quiere y puede. La espada le privó de triunfo. Ovación con saludos.
Tras ello, Borja Jiménez firmó un saludo capotero a la verónica cadencioso al quinto, con una suavidad y una colocación que dieron categoría al prólogo de lidia. Todo hecho con pausa, cuidando la lidia y dando importancia a la brega. Con la muleta, dejó una faena de pureza y temple, basada en la colocación y el buen gusto. Supo darle los tiempos al toro, entenderlo y llevarlo siempre metido en la muleta, destacando por su firmeza y naturalidad. Gran momento del sevillano en Teruel. La espada le privó de cortar dos orejas.
