Parece que empieza a ver la luz tras el túnel. Ahí están esperándole ya en Madrid y Sevilla.
Si Dios quiere va a ser un año importante para mí, en el que ojalá pueda darse una transición decisiva en mi carrera con esas plazas de primera donde he de dar la cara. Antes de eso abriré temporada el 28 de febrero en Cantillana en una corrida de toros de Fuente Ymbro, donde ahora están puestos todos mis sentidos. Pienso que es un principio de año fuerte y bonito a la vez.
Todo ello en una temporada en la que arranca de la mano de Julián Guerra como apoderado.
Después de varios años sin apoderado, en 2022, por fortuna, apareció Julián Guerra, al que conocí en un tentadero en Aldeanueva poco después de torear en Sevilla. El apoderamiento se fue fraguando poco a poco y me está aportando muchas cosas y todas muy buenas, ya que es un apasionado de los toros. Creo que es un gran profesional en todos los sentidos y me lo está demostrando día a día.
Como novillero con caballos su refugio inicialmente fue Francia, si bien en 2014 todo cambió con esa Puerta del Príncipe, su presentación en Madrid y los triunfos en Pamplona y Zaragoza.
Cuando en España no entraba en ningún sitio, Francia me abrió sus puertas, ya que cuando triunfas allí te vuelven a repetir. Luego, tras abrir la Puerta del Príncipe de La Maestranza en 2014, pude hacer el paseíllo en Pamplona, donde corté otras tres orejas; también me presenté en Las Ventas en mi única comparecencia en Madrid hasta la fecha, y visité la plaza de Zaragoza, donde corté una oreja a uno de Jandilla. Fue un año importante, de ensueño diría yo.