Suelto y muy distraído salió el segundo de la tarde de un completo saludo capotero de Borja Jiménez. Se estiró con el animal a la verónica para luego hacerlo por chicuelinas, bajándole mucho las manos. Y de mano baja fue también la faena de muleta. Mejor por el derecho, donde tuvieron lugar los pasajes de mayor intensidad, que por el izquierdo. Jiménez, muy encajado, fue trazando derechazos largos y muy profundos que iban desde adelante hasta atrás de la cadera. Y le tuvo que aguantar a un toro que se coló no en pocas ocasiones por el pitón derecho, midiendo y venciéndose, y al que cuando se le levantaba la mano o tocaba los engaños, protestaba con cabezazos. Dejó una estocada un poco trasera, aunque en lo alto, tras la que hubo petición minoritaria de la primera oreja. Dio una vuelta al ruedo.
El quinto de la tarde mostró su condición de manso desde que acudió con franqueza al caballo que guardaba la puerta. Se salió andando hacia los medios con la muleta en un inicio muy vistoso, para luego, con un pase cambiado por la espalda ponerse a torear al natural con más intención que posibilidades. El astado, que siempre embistió por inercia y buscando la salida al final del pase, desluciendo por completo este, le fue poniendo cada vez las cosas más difíciles al sevillano, viéndose cogido en varias ocasiones. No consiguió Jiménez aguantarlo en la franela y terminó rajándose el toro. En los terrenos del tendido 3, aprovechando las querencias, dibujó una tanda de naturales, donde el toro giraba alrededor de la cintura mientras que Borja se echaba literalmente encima del lomo como queriendo empujar la embestida, que tuvieron intensidad y calidad. Luego, el astado se puso a dar vueltas por el ruedo y como pudo lo cazó. Se premió el esfuerzo y predisposición de Borja Jiménez con una ovación.