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«Conmovió mi alma escuchar a Pamplona gritar ‘Torero torero’; ojalá me deje el corazón entregarme para poder sentir los olés de Madrid»


sábado 15 julio, 2023

Borja Jiménez hará el paseíllo este domingo en Madrid tras ser uno de los nombres propios de la Feria del Toro de Pamplona.

Borja Jiménez
Borja Jiménez en Pamplona. © Emilio Méndez

Borja Jiménez se recupera de la tarde del pasado sábado en Pamplona con el alma llena de toreo pero la pierna izquierda aún dolorida. El pitonazo que uno de los toros de José Escolar le dio en el muslo derecho tiene a los fisios “de cabeza” en las últimas horas. El vasto interno, aún inflamado, hace que cada hora que pasa sea de una intensidad máxima debido a que estamos en una cuenta atrás contrarreloj antes de la corrida del domingo en Las Ventas, donde hará el paseíllo al lado de Francisco José Espada y José Fernando Molina, al que confirmará su alternativa.

“Fue una tarde con los sentimientos a flor de piel. Era el día en el que había que demostrar lo que venía cuajando todo el invierno al lado de mi apoderado, Julián Guerra. La apuesta debía llegar desde el primer minuto de marcador”, señala el sevillano. Y así fue, porque ya en el primero de sus toros -después del percance de su compañero Fernando Robleño-, el torero se fue a portagayola a recibir al de Escolar.

Una angustiosa portagayola y tres obras de plena entrega

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En ese lugar, se vivieron cuatro minutos que ningún torero desearía jamás a otro: los torileros tardaron ese tiempo en sacar el animal, y la angustia se agudizaba en el rostro de Borja. Mientras tanto, las peñas coreaban un “¡Torero, torero!” que fue música para el corazón del de Espartinas. “Lo escuchaba perfectamente. Fue una inyección de ánimo justo cuando más lo necesitaba. Aquello conmovió mi alma; sueño con escucharlo en Madrid”, confiesa. Luego, el toro le pasó por encima y se salvó de un primer percance; y se estiró a pies juntos en verónicas que coreó la Monumental navarra.

Así, fue construyendo una tarde en la que la entrega, las series limpias a las embestidas inciertas de los encastados animales y la valentía de quien sabía que se lo jugaba todo a una carta fueron los ingredientes fundamentales para lo conseguido. “Me llevo Pamplona en el corazón. Me entregué de verdad. No me dejé nada en el hotel y sentí que hasta la última gota de sudor tuvo su fruto, a pesar de que la maldita espada no entró”, señala el torero hispalense. Llegaron los pinchazos cuando menos se necesitaban, pero en los minutos previos todo fue un derroche de valiente porfía delante de la dureza de Escolar.

Retazos de toreo belmontino en sus obras en Pamplona y un atisbo de los gestos de Pepe Luis o Morante: “No soy nadie al lado de ellos”

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Borja Jiménez en Las Ventas. © Luis Sánchez Olmedo

Hubo retazos de toreo belmontino en sus cites en la Monumental, y la extraordinaria curva de los finales de serie caló por momentos: “Lo que quiero es arrebujarme con los toros y sentirme en ese momento final del muletazo”, narra un torero de corte esencialmente artista y barroco que está intentando meter la cabeza a través de este tipo de gestos con corridas duras en las Ferias.

Incluso, dentro de lo que la Escuela de toreo sevillana ha profesado, se le atisbó ese gesto de importantes maestros como Pepe Luis Vázquez o de Morante de la Puebla de apuntarse a todas las corridas más complicadas en momentos clave de su carrera: “No soy nadie para hablar de esos maestros del toreo. Simplemente intento abrirme paso y poder sentir delante de los animales, e intento expresar mi concepto a lo que salga. Primero intento lidiar en la plaza, y si puedo, torear y soñar despierto”, confiesa el joven espada.

La tarde del próximo domingo en Madrid

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Borja Jiménez en Las Ventas. © Plaza 1

Por delante, Madrid: “No pienso en otra cosa. Es mi otra gran bala después de Pamplona y de la confirmación de alternativa el pasado 9 de abril. Sé que tengo en mi mano poder cambiar el sino de mi carrera y así lo haré. Espero que embistan los de Robert Margé, y si no, embestiré yo”, concluye.