EN EL RECUERDO

Borja Jiménez y Sevilla: un binomio de éxito y toreo caro en 2024


lunes 10 febrero, 2025

Las tres tardes que cumplimentó el de Espartinas con los hierros de El Parralejo, Victorino Martín y Garcigrande dejaron faenas para el recuerdo del aficionado que deben tener premio en el abono de este año

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Borja Jiménez con la oreja.

Borja Jiménez y Sevilla fueron un binomio de éxito y toreo caro en 2024. Las tres tardes que cumplimentó el de Espartinas con los hierros de El Parralejo, Victorino Martín y Garcigrande dejaron faenas para el recuerdo del aficionado que deben tener premio en el abono de este año.

Borja Jiménez y la dama de la curva en la tarde del 13 de abril: de las tardes del año

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De las obras (y de las Ferias) del año. La de Borja Jiménez fue una Feria de Abril para enmarcar, porque sus dos tardes en el abono fueron un cúmulo de emociones y de toreo caro, pero sobre todas las faenas, destacó la del tercero de Victorino en La Maestranza: una estocada de tardío efecto quitó dos orejas de ley de sus manos.

Cuando la tarde parecía pesar como una losa, brotó la izquierda de Borja a ese tercero, al que le plantó la tela enroscada, siempre firme en sus plantas asentadas, siempre proponiendo con verdad y trazando con gobierno. Anduvo en torero, siempre presentándole muy planchada la muleta y pulseando la embestida. Y caló en Sevilla su concepto de pura verdad.

Borja Jiménez paladeó en toreo con la zurda en una tercera serie tan rotunda como bella. Y otra tanda a pies juntos llevándose la embestida detrás de la cadera acabó por romper a una plaza que vivió intensamente su faena. Porque buscó el triunfo por la vía del toreo. Y todo ante un exigente, pero agradecido animal, que a derechas, pese a faltarle un punto de humillación, acabó entregándose y yendo a más gracias a un espada que supo darle aquello que pedía en cada momento. La estocada tardó en hacer efecto ante la bravura de un animal con la boca cerrada. Y la oreja fue un clamor.

Antes, Sevilla debió pedir una oreja que mereció en el primero, y que inexplicablemente la plaza no solicitó. Quizá pesó lo ocurrido minutos antes con Manuel Escribano en la puerta de chiqueros. Como una mota de oxígeno y esperanza el brindis a la enfermería, y llegó entonces su tremendo aplomo al natural, su proposición pura por la zurda, su trazo circular, su cite a la dama de la curva cuando todo estaba a la contra. Incluso el toro a diestras. Por eso Borja quiso y pudo al cárdeno. Le colocó perfecta la muleta, pulseó su embestida alargando el muletazo hasta el final. Siempre asentado en los riñones, Borja no se dejó ganar la pelea por un ejemplar de gran exigencia.

Rozó la Puerta del Príncipe. Una estocada tardía se la llevó.

La tarde de El Parralejo: una declaración de intenciones

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Borja Jiménez con la oreja el pasado miércoles. Foto: Porcuna

Tres días antes, Borja Jiménez había dado toda una declaración de intenciones con la corrida de El Parralejo; ya en su primero, puso ya en pie a la parroquia con una serie al natural tras arrancarse el toro mientras brindaba. Se encajó en los riñones para reducir la embestida de un astado que se fue tras los vuelos pero al que había que cogerle la velocidad, de lo contrario tendía a embestir por dentro. Volvió a la izquierda para volver a crujirse al natural en muletazos donde se enroscó al animal detrás de la cadera. La oreja otorgada fue un justo premio a una labor de gran personalidad.

Se fue en el sexto a la puerta de chiqueros y, muleta en mano, a base de ponerse en el sitio, convenció al animal. Fresco de mente y suelto de muñecas, el de Espartinas ligó varias series pidiéndole aquello que le faltaba al toro. Todo lo hizo con verdad, algo que captó una afición que vivió con enorme interés su faena. Los naturales de frente llevándose al toro tras la cadera fueron el epílogo perfecto de una labor sorda, pero de gran peso, un trasteo para aficionados que remató con una estocada en buen sitio saludando una cerrada ovación que culminaba una gran tarde del sevillano.

El toreo a ralentí con la corrida de Garcigrande en San Miguel

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En su cita en la Feria de San Miguel, el sevillano arruinó por el acero su excelsa obra al quinto, que inició a portagayola, antes de soñar el toreo con la muleta. Así lo narramos:

Volvió a repetir Borja el gesto de irse a la puerta de chiqueros en el quinto, un toro que se vino cruzado y con el que el sevillano dejó verónicas de fino trazo a media altura pese a venir el toro sin emplearse. Se le midió en el caballo por parte de Tito Sandoval antes de dejar nuevamente Jiménez tres capotazos marcados por la cadencia. Pese a la buena lidia de Varela el astado siguió apretando cuando veía un banderillero cerca.

Brindaría su labor a su hermano Javier, esa que comenzaría de hinojos pasándose al toro por la cintura y llevándolo siempre toreado. Muy derechito se puso Borja para torear con la cintura al animal mientras sonaban los acordes de Juncal. Con la muleta en la izquierda dejó los mejores pasajes de la tarde cuando enganchó la embestida y apretó por abajo al Garcigrande. Zapatillas asentadas, mentó en el pecho y juego de muñecas, todo lo hizo con hondura ante un ejemplar que la tomó con ritmo cuando venía sometido. Hundió las zapatillas en el albero para crujirse en una última serie de gran profundidad, esa que puso a la Maestranza de pie tras una trinchera y un pase de pecho de pitón a rabo. ¡Eso es toreár! Se escuchó decir a Rafael Torres mientras se pasaba por la faja al animal. Pero aquello que iba camino de un triunfo de importancia se vio truncado al encontrar hueso tras un final de faena por bajo de gran sabor. Pese a pincharlo la plaza pidió unánimemente la vuelta al ruedo, reconociendo así la labor de un torero que con 25 pases firmó una de las faenas de la temporada en esta plaza.