José María López es un hombre polifacético y apegado al campo. Propietario de la divisa de Concha y Sierra, también lleva adelante una de las paradas de bueyes más importantes de nuestra piel de toro. Se trata de la ganadería de El Uno, que hasta hace bien poco era la encargada de llevar los cabestros a la capital navarra por San Fermín.
En su finca alcarreña lleva ambos proyectos hacia adelante y compagina ambas ganaderías para seguir siendo fieles a una forma de entender la ganadería brava y mansa. Este año pese a la ilusión que tiene por lidiar sus toros se ha encontrado con una noticia que no esperaba y que le ha dejado algo tocado. «Prescinden de mi parada de bueyes en Pamplona, creo que no me lo merecía», señala José María. «Creo que, después de los años que hemos estado yendo y no una injusticia hacia mí, sino también hacia don José Antonio Chopera», añade.
López, en un reportaje en su casa publicado hace unos días por este medio, habló de los encierros, de todo lo que se vive en torno a una mañana en Pamplona. Nervios, miedo, adrenalina… todo hace que atraiga a gente de todo el mundo: «Lo más importante es que la gente se divierta, pero que haya menos heridos posible. Este tipo de encierros son complicados por la cantidad de gente que los corre. Pamplona tiene esta idiosincrasia y todos debemos conocerla de antemano».
Pamplona es una feria que vive por y para el toro, tanto por la mañana como por la tarde con la corrida de toros, por ello es fundamental cuidar los detalles al máximo y darle a los ganaderos el sitio que se merecen: «El encierro es bueno para los toros, pero aquí el enfoque hay que ponerlo en su lidia en la plaza, pera eso se corren«.
FOTOGALERÍA: PABLO RAMOS
