Los ganaderos son los auténticos sufridores en estos años marcados por la pandemia. El Covid hizo estragos en las vacadas de bravo: la escasez de festejos y el alto coste que tiene la cría del toro bravo han puesto en una situación muy complicada a estos verdaderos héroes. Pero las restricciones sanitarias y sus consecuencias no han sido su único quebradero de cabeza: un temporal como el que sacudió a gran parte del país llamado Filomena hace un año, las riadas del Ebro antes de Navidad y, desde hace tiempo, se sucede el ataque de lobos y, ahora, de buitres a las explotaciones ganaderas ante la alta de carroña en el campo -entre otras razones, por la obligatoriedad de las ganaderías de enviar a incinerar los animales muertos y que no sirvan de alimento-.
Estos ataques que están mermando a muchos ganaderos de bravos, los cuales se ven impotentes ante esta situación: pese a pedir ayuda, no se les hace caso. Hoy queríamos hablar con uno de esos ganaderos que se vio afectado por estos ataques, una divisa que vio diezmado el número de animales con los que contaba para un futuro. Se trata de Íñigo Sánchez-Urbina, ganadero de la divisa salmantina de Sepúlveda de Yeltes, el cual nos cuenta la situación que está pasando actualmente.
P – Iñigo, ¿cuándo empiezan estos ataques? ¿son los primeros que sufrís? o por el contrario el problema viene de largo.
R – Son los primeros ataques que hemos tenido, y el pasado martes concretamente estábamos viendo los becerros y observamos que había uno que le habían picado en el rabo y que estaba medio muerto, pero ya se murió. Es algo frustrarte porque te ves incapaz de evitarlo, son animales que no pueden defenderse, y en los que tenías puestas muchas ilusiones.
P – El buitre es un animal carroñero y que se guía por su instinto de supervivencia, explícanos como les atacan, que daños pueden sufrir los animales.
R – Lo que hacen es meterle primero la zarpa para que le llegue al pulmón, sale el aire por el abdomen, y luego la zarpa le llega a las partes blandas, con lo que el animal es imposible que sobreviva. Soy consciente que estos animales atacan para poder alimentarse, pero nadie le da solución. Estamos desprotegidos ante estos ataques.
P – Explícanos como fue la situación. ¿Os pilló de sorpresa? ¿fue durante la noche?, o por el contrario fuisteis testigos de este ataque.
R – Mira te explico. En la zona vimos tres o cuatro buitres merodeando, nos fuimos a otro cercado a ver otras vacas, y fuimos de nuevo al primer cercado y había tres o cuatro buitres de nuevo en el suelo, ya habían matado a este con tres meses. Verlo no lo vimos, nos encontramos el destrozo una vez regresamos a ese lote de vacas.
P – Entiendo entonces que algo os olíais si minutos antes los visteis merodear el cercado.
R – La sospecha la tienes, pero había que revisar otros lotes. No puedes estar como un guardia junto a cada vaca. Estos animales son muy peligrosos, creo que ni nosotros podríamos haberlo evitado.
P- Es una pena ver como animales tan llenos de vida, los cuales representan el futuro de la ganadería mueren en un momento debido al salvaje ataque; en unos casos de lobos, o en este caso de buitres, que diezman de forma considerable a una ganadería brava.
R – Es una auténtica pena, como te dije antes no puedo meterme en medio para evitar el ataque. El becerro estaba sano, como todos sus hermanos de camada. Pero estos ataques son muy feroces. Primero le meten un zarpazo en el abdomen que le llega hasta el pulmón y se lo comen en nada. Empiezan a dar saltos para huir y las vacas no pueden hacer nada para atacarlos.
P- Hablábamos antes de la poca empatía de ciertos políticos hacia esta situación. Crear muladares sería una solución, la cual no fácil porque ha habido que cumplir las normas de la Unión Europea que prohíben dejar cadáveres en el campo para proteger especies emblemáticas, como el buitre negro.
R – Hay un exceso de animales que pasan hambre, como es lógico, porque le quitamos su base de alimentación, la carroña. El problema radica en que ya no hay muladares en los que podían buscar su alimento. El buitre es la carroñera que más ha sufrido la falta de cadáveres de animales en el campo, esos que antes encontraban con facilidad y que ahora les faltan. Por eso tenemos el problema que tenemos. La política está dando la espalda al campo.
P – Entendemos entonces que como nos decías antes los políticos y en consecuencia las administraciones no son conscientes del problema que esto os acarrea a los ganaderos.
R – La Administración no da soluciones. Y al final, para que te den sesenta euros, ni te mueves. Siento una impotencia total. Pierdo genética, porque ese producto no lo podré ver en la plaza. Y es que al final se lo comen vivo, poco a poco. Es de una dureza extrema. Se que es ley de vida, pero esto se podría evitar si como me decías antes se crean nuevos muladares en estas zonas. El buitre tendría donde alimentarse, la cadena alimenticia seguiría su curso, y los ganaderos no sufriríamos estas bajas. Esto es el mundo al revés.
Un problema que sin duda afecta de forma directa a todos los ganaderos, ya sean de bravo, manso, caprino, ovino, caballar… todos ven como el ataque de animales como podrían ser los buitres acaban diezmando su número de reses. Las soluciones no evitan el problema, y las ayudas son insignificantes. La paciencia se agota, los hombres de campo ven como se mira hacia otro lado. El falso animalismo crea un división entre especies, protegiendo a unas y olvidando a otras.