El cantante argentino Andrés Calamaro está de gira por Colombia. Casi al mismo tiempo la Comisión Accidental, creada por el Congreso de la República para escuchar al sector taurino, estuvo visitando las ciudades de Cali, Manizales y Bogotá para escuchar al sector y presentar un informe que servirá para tomar una decisión con respecto al proyecto de Ley prohibicionista que se decidirá este martes.
Prácticamente en silencio y lejos de los focos, en aquellas audiencias los toreros, ganaderos, empresarios, subalternos, vaqueros, novilleros, hosteleros y hasta vendedores informales, trataron de explicar las razones por las que la tauromaquia no debe ser prohibida. Sin embargo, sus testimonios se estrellaban contra los oídos sordos de los autores del proyecto, quienes no conocían, ni de lejos, el profundo daño que causarán con la prohibición de las corridas y las corralejas y cuyas consecuencias, evidentemente, no han calculado.
Y mientras en Colombia se sigue buscando un líder social que tome el toro por los cuernos y unifique a todos los sectores afectados, ha tenido que ser un “influencer”, un cantante de origen muy lejano al de un taurino natural, pero con la sensibilidad necesaria para captar la esencia de la tauromaquia y el valor suficiente para exponerla (y exponerse) ante su público, el que se ha jugado su imagen y prestigio para alzar la voz y, ante una auditorio que llenó hasta las banderas la Plaza de Toros de la Macarena de Medellín, clamar por el blindaje de esta expresión cultural.
Andrés Calamaro no sólo pidió el regreso de los toros y los toreros a la arena en la que actuó la noche de este sábado 22 de octubre (cerrada para el toreo desde febrero del 2018), sino que, llamó la atención sobre el proyecto de Ley que se decidirá este martes en el Congreso colombiano, para que se detenga la prohibición, ante un público que no escondió su mayoría antitaurina y pitó la acción del argentino, que no se amilanó ante algún reproche y respondió “gustar y ofender, eso es el rock’n’roll”. Entonces sí, las palmas se hicieron escuchar, quizá permitiendo que los aficionados taurinos salieran de esa trinchera en la que siguen agazapados en la ciudad.
Los conciertos del Salmón en el país latinoamericano (ya estuvo en la Monumental de Manizales el jueves 20) han sido un completo guiño al mundo del toro, desde recoger las ovaciones como lo hacen los toreros en el centro del ruedo, presentar a su guitarrista como “el primer espada”, a su banda como su “cuadrilla”, hasta terminar su recital bajo los acordes de “Nerva” mientras ejecuta lances o muletazos con una toalla o una camiseta. Calamaro, una vez más, ha derrochado la personalidad que muchos profesionales y aficionados han visto minada por el arreón populista del animalismo. Algo que, sin duda, se agradece.
Manizales se echó a la calle como protesta por el atropello del Gobierno
Más fuerza tienen todavía los aficionados de Manizales, donde hace poco más de una semana, a pesar de la lluvia, todos aquellos que sienten y se benefician del mundo de toro salieron a la calle de forma masiva a mostrar su orgullo de ser taurinos y a pedir que no se les de la espalda desde el gobierno (el mismo que llevaba la prohibición del toreo en su programa). Esta marcha provocó que el propio Concejo de Manizales pidiera a la Cámara de Representantes, a través de una carta, que archive el proyecto de Ley, pues este atenta contra el patrimonio cultural e inmaterial de la ciudad y de la Feria de Manizales.
Ojalá que cuando Calamaro haga su concierto en Bogotá, el 3 de noviembre, después de pasar por Bucaramanga y Cali, no tenga que lamentar una mordaza cultural más y que, al contrario, sus canciones y sus guiños al toreo sean una celebración del triunfo de la libertad.