Es un reaccionario con valor para decir la verdad y defender la que entiende que es su bandera. En un mundo convencido de convencer con los argumentos lógicos y con fe en que no tiene argumentos en contra la defensa de la libertad, Andrés previene sobre el peligro de la intolerancia , que es «como quemar bibliotecas», lo que siempre ha sido el prólogo de los mayores errores cometidos por la humanidad.
¿Qué le molesta más de la corriente animalista, la intolerancia o la hipocresía?
La intolerancia, sin dudas. Es imperdonable. Diluye la razón y la convivencia. Es una tragedia que ofende a todos. Trasciende la cuestión taurina. Es como quemar las bibliotecas. Un atentado imperdonable contra la libertad y la verdad.
¿Dónde cree que termina una cruzada que comienza deseando la muerte de quien gusta del toreo?
En el manicomio fundamentalista. Entre los que se esconden y los intolerantes, podríamos lamentar brotes medievales. Poner en peligro la tauromaquia es acorralar la libertad en nombre de un moralismo absurdo y equivocado. Los intelectuales, los artistas y cualquiera con unos minimos de aprecio por la libertad, deberian pronunciarse inmediatamente por el respeto y el blindaje que merece la tauromaquia y la ganadería especifica. Reclamar por garantías para los aficionados y el mundo del toro. La libertad está en juego.
¿Qué es más difícil y qué es más importante en los tiempos que corren, crear un aficionado más o mantener las aficiones?
A mi entender, es mas importante crear un aficionado. Aprender a ver primero, y sentir después. Varios sectores entre los ingenuos, los desinformados y los moralistas) conspiran para acorralar todo lo poético, ecológico, sagrado, artístico, litúrgico, folclórico y tradicional. Un posmodernismo «bajo en calorias» que no respeta nada. Los aficionados pueden estar más unidos y defender lo que también les pertenece, pero están llenando las plazas y eso es fundamental, además de ofrecer una versión genuina de la realidad. Estamos sufriendo los efectos un dislate organizado por grupos minoritarios que alimentan falacias dignas de la peor demagogia. ¡Qué mundo raro!
¿Después de ver el devenir de la tauromaquia en la sociedad, sigue siendo aficionado porque recuerda lo que le enamoró de ella o por reaccionario contra la intolerancia y la falta de libertad?
Soy un aficionado en permanente proceso de aprendizaje. Aprendo a ver y a sentir. Me sigo enamorando desde mi distancia privilegiada de amigo de toreros y cuadrillas. Fui educado para reaccionar ante la intolerancia, pertenezco a una generación que sufrió episodios históricos de censura, desencuentro y asesinato de personas por motivos de inclinación política o por el mero ejercicio de la libertad de pensamiento y acción. Siento la intolerancia como un látigo que me lastima y me ofende.