CAMPO BRAVO

‘Cobradiezmos’ la emprende contra todo cuando le quitan su hato de hembras: así reaccionó


domingo 10 marzo, 2024

El continuo trasiego y cambio de cercado acabó por soliviantar a un animal al que no gustó que lo llevaran a los corrales de la finca

Cobradiezmos
"Cobradiezmos", en la finca cacereña de Victorino Martín. © V. M.

La actividad en el campo no cesa, más si cabe en estos meses donde los saneamientos, herraderos, tentaderos, puesta a punto de las corridas, nuevos nacimientos ocupan el mayor tiempo para los hombres de capo. Son unas fechas donde la climatología muchas veces es adversa, de ahí que el trabajo no resulte nada fácil. Temperaturas, muchas veces rozando los cero grados, niebla, lluvia… todo suma para hacer el día un poco más cuesta arriba, algo que no arredra a vaqueros y mayorales, esos que siempre están al pie de cañón.

Monteviejo es la finca donde Cobradiezmos vive plácidamente junto a su amplio lote de vacas, una finca perfectamente adaptada para el ganado bravo, contando esta con amplios cercados y una orografía ondulada. Todos los días uno de los vaqueros entra en el cercado para repasar los nuevos nacimientos, de ahí que las vacas estén acostumbradas a la presencia de caballo y caballista, pero cuando entran varios la cosa se complica. Cada vez que esto ocurre es para cambiarlas de cerca, para llevarlas a los corrales o para separarlas de sus crías.

Con la totalidad de los astados ya fuera de su cercado, se procedió a separarlos entre grupos: vacas hacia un lado, becerros hacia otro y semental en un corral aparte. Este es el momento para destetar a los becerros más grandes. Un manejo que no le gustaba para nada a un semental que andaba malhumorado y eso se notaba en su respiración agitada, su continuo movimiento en el corral denotaba malestar.

Por todo ello fue el primero que se metió en la manga para evitar que se hiciera daño. Pese a los intentos de los vaqueros, el animal seguía inquieto, algo que imposibilitaba hacer la labor con eficacia por parte de un equipo veterinario que conoce muy bien este tipo de reacciones en unos animales que se vuelven irascibles en espacios reducidos. Una vez finalizada la labor se le abrió la puerta que daba a un corral más amplio, saliendo este escopeteado, pero volviéndose sobre su eje, algo que puso en serio riesgo a uno de los vaqueros que andaba abriendo y cerrando puertas.

Fueron segundos de tensión y peligro, afortunadamente el vaquero estuvo hábil y el toro no hizo por él. Por suerte, la aparición de otros vaqueros llamó la atención del animal, que se terminó olvidando de él para irse camino de una cerca contigua a los corrales donde llegaría más tarde su ato de vacas una vez pasado el control sanitario pertinente, unos segundos de angustia que helaron la sangre de todos los presentes aquella fría mañana de invierno en casa de Victorino Martín.