CAMPO BRAVO

El histórico hierro bravo que regresa de Jaén a Colmenar Viejo: ‘renacen’ los míticos Gómez


viernes 22 marzo, 2024

Pese a no haber herrado aún con la 'G' del recién adquirido hierro, ya hay un lote de vacas y un semental destinados a la nueva ganadería

Las Tejoneras Retamar (1)
En la finca Las Tejoneras, de El Retamar, ya luce la mítica G.

Hace ya unos meses, y por «interés personal y familiar», como asegura el ganadero José Luis Pinto, el mítico hierro de Félix Gómez, que partió de Colmenar Viejo camino de tierras de Jaén, ha vuelto a la dehesa madrileña de la mano de este ganadero, titular, además, de la ganadería de El Retamar y criador de reata. Y ese interés familiar le viene de estar emparentado con el célebre Félix Gómez. Pero, antes de explicar cuál es la actualidad del hierro, hay que contar la historia de la mítica ‘G’.

Tenemos que remontarnos a principios del siglo XIX, porque fue hace casi 200 años -en 1820- cuando Elías Gómez formó la ganadería en Colmenar Viejo, con lo que entonces se llamaban vacas de la tierra, procedentes todas de Casta Jijona. Entonces sí tenían esa sangre Jijona hoy, lamentablemente, ya desaparecida. Sin embargo, Elías Gómez la divide en dos a su muerte, y es su hijo, Félix Gómez Llorente, quien continúa con la vacada familiar. Otra parte, que se pierde en el camino de la historia, la heredaron los sobrinos del fundador.

Pero será a la muerte de Félix Gómez Llorente, en 1904, cuando se hagan cargo sus herederos, que sí hacen variaciones importantes en la sangre y en el anuncio, ya que la ganadería pasa a denominarse ‘Viuda e hijos de don Félix Gómez’. Es el hijo varón, Félix Gómez Pombo, quien hereda el hierro y la divisa, correspondiendo a las hijas, Felisa y Áurea Gómez Pombo, sendos lotes de vacas, con los que lidiarán durante más de veinte años compartiendo el hierro. Pero será en ese tronco que se queda Félix donde se añada nueva sangre por la vía de los sementales. Así, en 1916 se añade uno de Gamero Cívico, otro de Conde de la Corte en 1923 y uno más de la misma procedencia en 1931. Y con esa genética se mantuvo hasta que se vendió a Mariano Sanz Jiménez en 1962. Y fue entonces cuando partió, desde tierras colmenareñas, a las más sureñas de Jaén.

«Hace ya unos años que quise hacerme con el hierro», asegura José Luis Pinto, pero Mariano Sanz no tenía interés en la venta. «Fue algún tiempo después, cuando me enteré de que había fallecido, cuando contacté con sus hijos», explica Pinto, «y entonces sí se mostraron más interesados. Así que ha permanecido fuera de Colmenar más de 60 años, hasta este año, que lo he comprado yo». Y la satisfacción se percibe en el tono de José Luis, porque no en vano es el bisnieto de Felisa, una de las hijas de Félix Gómez Llorente. Al ser una rama femenina de la familia, el apellido se quedó en su abuelo, Felipe Pinto Gómez, «por eso es, precisamente Pinto Gómez, la denominación elegida para lidiar con el hierro».

Una vez de vuelta, Pinto le ha adjudicado su punta de vacas preñadas procedentes de El Retamar, de encaste Núñez, sin variar absolutamente nada en la sangre, que será la misma. Las crías de esas vacas serán las que se marquen con la ‘G’ en el invierno del año que viene, y su singladura por el mundo del toro volverá a comenzar de cero en los mismos pastos que la vieron nacer, ya que la finca en la que se encuentran los animales que se han pasado a la nueva ganadería es una de las que heredó la familia de José Luis y que procede, precisamente de Félix Gómez, su tatarabuelo: ‘Cerca Becerril’.