En el término municipal de Vilches, junto a los embalses de Guadalén, Giribaile y La Fernandina se encuentra la vacada jiennense de “El Añadío”, un hierro que cuida con mimo Mª Jesús Gualda, quinta generación ganadera de la familia. En plena Sierra Morena se cría un tipo de toro muy especial, uno de los últimos reductos de la sangre Santa Coloma-Coquilla, ese que convive junto a la línea Buendía, otra de las sangres que surge de un encaste tan importante como el creado por Enrique de Queralt y Fernández Maquieira (Conde de Santa Coloma) en 1905.
Todo comenzó cuando José Bueno, bisabuelo de Mª Jesús, adquirió ganado del propio Conde, existiendo todavía facturas de aquella compra. Un ganado que pasó a su abuelo, César Bueno, continuando con la cría del toro de Santa Coloma. Años después la vacada pasaría a manos de Julio César Bueno Bueno, quien en 1951 daría de alta a la vacada en la Asociación a la cual todavía pertenece. Tras el fallecimiento de este, la vacada pasó a manos de sus herederos, quienes en 1983 eliminan parte de las reses anteriores, en sustituyéndolas por otras de procedentes de la vacada albaceteña de D. Daniel Ruiz Yagüe, de puro origen Coquilla.
En 1985 pasa anunciarse a nombre de su madre, Fuensanta Gualda, adoptando 1996 la denominación Hnos. Gualda. Un periodo de sis años donde se buscó introducir sangre nueva, optándose por adquirir un semental procedente de la ganadería de San Martín de origen Santa Coloma. Sería en 2002 cuando Mª Jesús Gualda tomaría las riendas del proyecto tras la decisión por parte de sus hermanos de no continuar con la ganadería, introduciendo posteriormente animales de la línea Buendía procedentes de José Chafik y Ana Romero para refrescar sangres.
Como ya le pasó a otras ganaderías durante la Guerra Civil (1936-1939), la vacada de la familia Bueno quedó prácticamente diezmada, muriendo un porcentaje muy alto de los animales provenientes de El Conde de Santa Coloma. Con la finalización del conflicto bélico, la familia fue poco a poco recuperando esta sangre que había llegado a Jaén desde tierras salmantinas años atrás. Un hierro que con los años introdujo animales de la línea Coquilla, un tesoro genético que todavía prevalece en los cercados de “El Añadío”.
Vacada que mantiene en pureza ambas líneas, pero que también cruza animales de Coquilla con otros de Buendía, algo que le está dando muy buenos resultados a una hierro que ha conseguido encontrar su sitio en festejos con y sin picadores. Un proyecto ganadero que pivota sobre la base de unas 100 vacas reproductoras y varios sementales, un número similar al que han tenido siempre una explotación que ahora le da la posibilidad al visitante de hospedarse junto al toro bravo gracias al proyecto llevado a cabo por su actual ganadera.
Se trata de una divisa con sello propio, uno últimos reductos de la sangre Coquilla que pastan en nuestra piel de toro, esos que enarbolan la bandera de su tierra, lugar donde el encaste Santa Coloma, en sus diferentes variantes, lleva pastando desde hace decenios. Se trata de ganaderos que supieron darle un giro de tuerca a un encaste que poco a poco va entrando en las ferias gracias a hierros como La Quinta, Flor de Jara, Ana Romero, Los Maños, Rehuelga o Pallarés, una serie de divisas anunciadas tanto en festejos de rejones como en novilladas y corridas de toros.
Pero en varios puntos de nuestra geografía todavía subsisten hierros que siguen luchando por mantener vivo un legado, ese que pasó de generación en generación hasta llegar a nuestros días. Ese es el caso de ganaderías como Joaquín Buendía Peña, Felipe Bartolomé, Flores Albarrán, Sánchez Fabrés o Juan Luis Fraile, entre otras, esas a las que se suman hierros más jóvenes, o de reciente creación, como Hernández Pla, La Golosina o La Rábida.