Son unos cobardes. Y yo no pondría el futuro de la formación de mis hijas en manos de un cobarde y todos los que, como él, sucumben al miedo y sacrifican la LIBERTAD en favor de la intolerancia porque prefieren cercenar el libre acceso de los jóvenes a una cátedra de contenido legal, cultural y protegido por la Ley que soportar a tres indocumentados, en un ejercicio de vandalismo, vociferando proclamas animalistas. Y todo ello en el marco de una universidad que se radica en la provincia con más ganaderías de bravo del mundo. ¡Cobardes!
Cobardes porque no son capaces de transmitir ejemplo a los librepensadores -cuanto más, fomentarlos-, cobardes porque anteponen su puesto de trabajo a los valores que ese puesto debe fomentar, cobardes porque se aferran a su poltrona incurriendo en un atentado manifiesto a la legalidad vigente porque saben que nada les va a ocurrir en el seno de aquellos a los que tildan -nos tildan- de ‘asesinos’. Prueba fehaciente es que no nos temen para demostrar que no lo somos…
Pero tal vez sea ese, que nada les va a ocurrir, el problema de fondo en esta cuestión. Porque un tipo ofendido -muy de la sociedad en la que vivimos, en la que los animales tienen más derechos que los que pagan los impuestos- recoja 2.000 firmas todo un rector de una de las universidades más antiguas del mundo se defeca encima -figuradamente, por supuesto- y devuelve la subvención que le concede la Comunidad Autónoma para que promueva los estudios correspondientes a la Cátedra de Tauromaquia. Es decir, el organismo regional cumple con la legalidad al promover y dar cobertura de investigación a un hecho cultural así reconocido por la Ley, pero el rector de turno -la USAL es mucho más grande que este tipo- le devuelve los 75.000 euros porque prefiere alinearse con los que no respetan a los demás que con los que sí lo hacen. No le dé más vueltas, señor Rivero, eso es exactamente lo que está haciendo usted. Por ser un cobarde.
Por cobarde pide este medio su dimisión inmediata, dado que no es capaz de entender que bajo su mando están todos los estudiantes y profesores, y le aseguro que entre ellos los hay muy buenos aficionados. Pero es usted tan cobarde que los desampara porque le han presentado 2,000 firmas en una provincia donde más de 200.000 personas viven directa o indirectamente del toro bravo. Dimita, señor Rivero, que esas personas no se merecen su desprecio. Y la Ley tampoco.
Ahora esperaremos la voz de quien deba levantarla en el seno de la tauromaquia, que debe responder con toda la contundencia de que sea capaz, porque ya han sido muchos años de dejarse comer el terreno por desidia y hasta por lejanía, porque en el toro nadie mueve un dedo si no es para defender su bolsillo. Esta es batalla para la Fundación del Toro de Lidia, y es batalla de vida o muerte. Porque si se nos excluye de las aulas y se reniega de nosotros en los centros educativos solo nos faltará pasar a la clandestinidad. Y para ese viaje, no necesitamos tantas alforjas. Sólo que el último apague la luz…