La noticia de la decisión tomada por la Alcaldía de Gijón nos llena de preocupación a quienes defendemos la dignidad de una actividad cultural fundamental de la que depende todo un sector económico y miles de empleos.
Se trata de una pésima decisión para la Fiesta de los Toros, sobre todo porque parte de un profundo desconocimiento respecto a la cultura de la tauromaquia y la actividad rural insertada en la llamada España Vacía a través del campo del toro bravo.
La iniciativa, además, presenta todas las trazas de una medida arbitraria, tomada sin ningún fundamento administrativo, ni ninguna razón institucional, apoyada solamente en lo que parecen torpes pretextos.
De hecho, presentar razones relacionadas con la igualdad de género es un completo error, porque en el mundo de la crianza del toro de lidia existe un sistema de denominación de las reses que no puede generar controversia alguna, como demuestran las actas de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, que revelan que los nombres objeto de la falsa polémica datan de hace 38 años. Toros de nombre “español”, “capitalista”, “obrero” y muchos otros han sido lidiados, en un sistema nominativo que es ajeno a falsos debates de género o nacionalidad.
El nombre del toro, que proviene del de la madre, es, en realidad un matriarcado nominativo y una forma pionera de lenguaje inclusivo.
Desde el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid manifestamos nuestro rechazo y reiteramos nuestra preocupación por el resultado de un inexistente agravio que ha culminado en una terrible prohibición, contra un sector y una actividad cultural amparada por la ley y la Constitución de España, que contribuye a la creación de empleo y a la solución de los graves problemas de la España vaciada.