El novillero con caballos salmantino Cristian González dio ayer en la feria de Colombinas de Huelva un nuevo golpe en una plaza de importancia. Dejó una actuación de raza al deslucido segundo y una obra de poso y poder al gran quinto, al que desorejó. Así narramos la obra al ejemplar y los vídeos de la actuación:
Estaba cumpliendo con creces la novillada de Pereda en sus primeros cuatro capítulos, y en el quinto no podía languidecer la tarde. Y ahí fue cuando Cristian González se encontró con otro novillo importante dentro de un encierro con diferentes aristas dentro de la bravura. Este tuvo codicia, exigencia y un punto de casta que, mal entendida, podía llevarte por delante. Ya con el capote, el novillo dejó clara su exigencia. Empujó el jaco antes de acometer con celo al capote de su lidiador. Buscó no atosigar al utrero, le dio distancia, dejándole siempre la muleta puesta para que el importante astado repitiera con celo y humillación. Se vio una versión serena y madura del joven. Llevó siempre largo a un ejemplar con su punto de picante, un astado que siempre debía llevar sometido y nunca acompañado. Y así lo hizo el salmantino en series poderosas y hondas. Al natural, también el de Pereda tuvo buena condición. Pese a ese torrente de bravura, el animal se atemperaba con la cadencia, regalándole embestidas que recordaban al toro mexicano cuando le tomabas el ritmo. Cristian no acusó la exigencia de un novillo que nunca rehusó una embestida. Se metió en los terrenos del animal en el final antes de dejar una estocada algo tendida, pero que le valió para el corte de las dos orejas.