JUAN IRANZO
Cuesta pensar las palabras con las que pueda expresar lo que esta tarde he
sentido. Probablemente las lágrimas que se secaba mi amigo con el que he
compartido la tarde pudieran decir más que todas las palabras del vocabulario
español. O el abrazo que nos hemos dado después.
Dejo para mis compañeros la difícil tarea de plasmar en una crónica algo
tan inmenso. Yo me conformo con dar las gracias a Dios por haberme hecho
aficionado. Y a Alberto.