Como cada jueves durante el largo invierno taurino, la Asociación El Toro de Madrid organiza distintos coloquios en el restaurante Puerta Grande de la capital de España, lugar donde invitan a distintas personalidades de la Fiesta para conversar con ellos y conocerlos de una forma más cercana. En esta ocasión ha sido Daniel Luque el diestro que acudió a la llamada de Roberto García Yuste -presidente de la entidad- para sentarse con un número importante de aficionados que tienen al de Gerena como uno de sus toreros predilectos.
Dentro de una tertulia que rozó las dos horas de duración hubo tiempo para poner sobre la mesa distintos temas relacionados con el diestro sevillano. Uno de ellos tenía que ver con aquellos primeros años de alternativa de Luque, esos donde la prensa, aficionados y compañeros veían a Daniel como un torero a tener en cuenta por sus grandes virtudes delante de la cara de los animales, esas que le llevaron a actuar en carteles de máxima categoría en plazas de España y Francia.
A raíz de este tema, una aficionada le preguntó qué consecuencias tuvo la frase que dijo, con 21 años, de que le «quedaban 12 toros para ser figura». «¿Cuánto afectó eso a tu carrera?», le preguntó dicha aficionada. «Decir eso fue culpa mía. Eso es lo que ahora no haría. Por eso es bueno que te pasen las cosas, para que uno recapacite y no cometa dos veces el mismo error. Son cosas que te pasan al principio, pero lo bueno es recapacitar y no caer en el mismo error«.
Unas declaraciones que pesaron mucho en un torero que en esos años de juventud pecó precisamente de eso, de juventud, de ahí que algunas de sus respuestas no fueran las más indicadas, creándose así una mochila sobre sus espaldas que le ha costado años quitarse de encima, pero que también le sirvió como experiencia de cara a una etapa -esta que vive hoy en día- en la que únicamente habla delante de la cara del toro.
Una de esas tardes que marcó su carrera fue aquella de los seis toros en Madrid, un 4 de abril de 2010, donde las cosas no salieron como el espada de Gerena tenía pensado. Tres toros de Núñez del Cuvillo y otros tres de Juan Pedro Domecq que no dieron el juego esperado, un día donde tampoco Daniel no estuvo fresco de mente para superar, una tarde donde Madrid pesa enormemente si no rueda todo desde el principio. Un gesto así, si no va acompañado de la suficiente solvencia, se convierte en un suplicio.
Sobre esto habló un diestro que no puso paños calientes sobre aquel día donde nada salió como se esperaba. «La tarde de los seis toros de Madrid me pesó mucho. Yo no estaba muy de acuerdo en matar los seis toros, porque era muy pronto en mi carrera y es una presión muy fuerte torear seis toros en Madrid. Pero no voy a culpar a nadie, sino que me culpo yo. No fue una tarde nada fácil, pero tampoco me voy a machacar por eso. Saqué lo poco positivo que hubo, y de lo negativo intenté aprender. A día de hoy, hay mucha gente que me la recuerda».