SEVILLA

Daniel Luque, otra tarde de máximo compromiso y verdad en Sevilla en honor a su padre


sábado 3 mayo, 2025

El sevillano ofreció, este sábado en La Maestranza, otra tarde de máximo compromiso y verdad en Sevilla dentro de su temporada al alza.

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Foto: Porcuna

Daniel Luque ofreció, este sábado en La Maestranza, otra tarde de máximo compromiso y verdad en Sevilla dentro de su temporada al alza. Ya en Valencia dio la cara con la corrida de Juan Pedro en una tarde de excelencia; luego, en su compromiso en la Feria de la Magdalena de Castellón, se la jugó en medio de un vendaval, y el pasado Domingo de Resurrección dio la cara con el encierro de Núñez del Cuvillo, paseando una oreja de peso. Y la tarde tuvo un peso especial por el reciente fallecimiento de su padre, brindando al cielo su primer toro. Así hemos narrado la actuación de hoy:

Ovacionado de salida resultó el tercero, un cárdeno de Victorino que salió suelto antes de fijarlo el de Gerena en el capote. Fruto de un arreón del animal Luque tomó el capote a una mano para dejar varios lances -por ambos pitones- a un toro al que también torearía con temple a la verónica. Apareció el espíritu de José y José Antonio, de Joselito y Morante, en varios lances que calaron enormidad en el respetable. Pesador, que así se llamaba el animal, acometió con bravura al jaco en dos entradas donde nunca hizo sonar el estribo del picador. Luque decidió no entrar en su turno de quites y esperar a la muleta para volver a ponerse delante de un toro al que se le atisbaban ciertas virtudes pese a estar sin definir. Brindó al cielo -a su padre recién fallecido- un animal que no permitía duda alguna, astado fijo y pronto al que Daniel le dejó una primera serie de gran disposición. Pesó también mucho en los trastos un ejemplar de cambiante embestida al que le costó entregarse. A natural los muletazos fueron brotando de uno en uno, sin atosigar a un astado con sus complejidades. Acertó en terrenos y alturas, todo lo hizo a favor de obra para que Pesador se deslizara tras la pañosa. Asentó zapatillas, le la presentó con mucha verdad, le aguantó miradas y algún que otro arreón en un trasteo que se vivió con sumo interés desde los tendidos. Expuso una barbaridad el de Gerena con un toro que al sentirse podido acabó rajándose, ese con el que realizó una de esas faenas que llenan por completo a un torero. La estocada pondría la rúbrica a una labor de gran asentamiento y verdad, esa que no sería premiada con una oreja tras no existir mayoría de pañuelos. La ovación fue de clamor.

FOTOGRAFIA: EDUARDO PORCUNA