AL SUR DEL CIELO

El duro adiós en silencio de David Mora: lo que el toreo pierde


jueves 27 febrero, 2025

El diestro madrileño, que no actúa tras la pandemia de luces, hace meses que se ilusionó con un matador de toros portugués en el que confía ciegamente: Joao Silva ‘Juanito’

David Mora
David Mora, saliendo de Las Ventas la tarde del 31 de mayo de 2019. © Luis Sánchez Olmedo

Hace tiempo que no se escucha en el toreo el nombre del madrileño David Mora, un espada que se fue en silencio y sin decir adiós, un matador de toros que no mendigó una despedida para cerrar un puñado de contratos. David siempre de la mano de un Antonio Tejero vivió las dos caras de la moneda y rivalizó a pecho descubierto con Iván Fandiño en una serie de temporadas donde ambos ofrecieron un gran espectáculo y cargaron con la responsabilidad de la taquilla en unos años difíciles para el toreo.

Ambos torearon juntos en plazas de primera categoría como Madrid, Valencia, Sevilla o Pamplona, amén de muchas francesas donde destacaron sus triunfos en Arlés o Dax, entre otras. Dos toreros que nunca dijeron no a ampliar el abanico de ganaderías y encastes apostando por vacadas como Gavira, La Quinta, Fuente Ymbro, José Luis Pereda o Victorino Martín. Fueron dos toreros que defendieron una forma de ver, sentir e interpretar el toreo, esos que izaron la bandera de la independencia pese a todas las zancadillas que les pusieron por el camino.

Ya no estaba en los ruedos pero sí en la memoria de un puñado de aficionados que seguían rememorando con nostalgia aquellas tardes de triunfo. Pese a estar desconectado del mundanal ruido del toreo hace unos meses se volvió a ilusionar con un espada al que no dudó en apoderar. Se trata de Joao Silva ‘Juanito’ matador de toros portugués que no ha tenido una carrera sencilla pese a sus buenas condiciones. Ambos caminan juntos sin hacer demasiado ruido, estos prefieren que el foco -de momento- se lo lleven otros mientras siguen trabajando día a la espera de esa oportunidad que les coloque en la primera línea.

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David Mora brinda al doctor García Padrós el toro de su Puerta Grande en la tarde de su reaparición en Madrid. © Luis Sánchez Olmedo

El toreo vive un momento bien distinto a aquel por el que pasaba cuando David Mora y Fandiño tiraban del carro, ahora y tras la pandemia la situación es otra pese a no ser aquella donde la masa arropaba a una fiesta de los toros que no deja de recibir ataques. Por eso es muy importante que surjan figuras del toreo de otros países, matadores de toros que deben mirarse en el espejo de Andrés Roca Rey -figura a nivel mundial- u espada que hace años se convirtió en máxima figura del toreo.

El toreo vive un momento bien distinto a aquel por el que pasaba cuando David Mora y Fandiño tiraban del carro, ahora y tras la pandemia la situación es otra pese a no ser aquella donde la masa arropaba a una fiesta de los toros que no deja de recibir ataques. Por eso es muy importante que surjan figuras del toreo de otros países, matadores de toros que deben mirarse en el espejo de Andrés Roca Rey -figura a nivel mundial- u espada que hace años se convirtió en máxima figura del toreo.

México y Francia son los países con mayor número de espadas en las ferias siendo fundamental que Venezuela, Colombia y Ecuador -al otro lado del charco- y Portugal encuentren a ese torero que vuelva a ser el orgullo de su país. Hay nombre sobre la mesa entre ellos un Juanito en el que confía ciegamente David Mora. Pese a no estar este San Isidro ambos siguen peleando por ir poco a poco subiendo escalones que le asienten en el escalafón, saben que esto es una carrera de fondo y no de velocidad de ahí que no desesperen sabiendo que el banquillo curte si no se pierde la fe.

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La rivalidad en el toreo, una sana pero dura competencia

A lo largo de la historia del toreo han existido varios espadas que han rivalizado entre ellos a ambos lados del charco, matadores de toros que tenían el respaldo de una afición que no dudaba en ir a presenciar los carteles donde esos toreros coincidían. «Tanto le debo yo a Joselito como Joselito me debió a mí» comentó Juan Belmonte en una entrevista realizada por crítico taurino Giraldillo Sevilla allá por 1943. Una competencia que comenzó el 2 de mayo de 1914 Madrid cuando esta vibró con una competencia exacerbada que dividió a la afición en dos bandos.

Años después rivalizaron en los ruedos el cordobés Manuel Rodríguez Manolete y el mexicano Carlos Arruza. Años después se fraguó otra pareja formada por Luis Miguel Dominguín -último paladín que inquietó a Manolete como ya publicó en su día Álvaro Rodríguez del Moral- y su cuñado Antonio Ordóñez, dos espadas que rivalizaron en multitud de ocasiones viviéndose en 1959, especialmente en varios mano a mano en cosos como Valencia, Málaga, Ciudad Real y Bayona. Este fue conocido como «el verano sangriento» al caer herido Ordóñez en Aranjuez, Palma de Mallorca y Dax; y su cuñado Luis Miguel en Málaga y Bilbao.

Otra de esas parejas que dio el toreo fue la formada por Julio Aparicio y Miguel Báez «Litri», la irrupción de ambos novilleros en las temporadas 1949 y 1950 duplicó los festejos menores sobre los mayores, viéndose estos las caras posteriormente ya como matadores de toros. Años más tarde surgieron los nombres de Paco Camino, Diego Puerta y Santiago Martín ‘El Viti’, tres espadas que se anunciaron en multitud de ocasiones siendo esta conocida como la Edad de Platino.

Con los años se fueron dando otro tipo de rivalidades entre matadores de toros, espadas como Palomo Linares o El Cordobés también se anunciaron muchas tardes juntos siendo estos dos toreros con un concepto muy personal del toreo. Pasaron losa años y aparecieron -como novilleros- los Chamaco, Litri, Jesulín o Finito, algo más tarde surgiría la rivalidad entre Ortega Cano y Cesar Rincón o entre Joselito y Ponce.

Coincidiendo con la finalización del siglo XX se dio otra pareja esta conformada por José Tomás y Julián López ‘El Juli’. Ya en los años posteriores hubo otros matadores que rivalizaron -a su manera- en los ruedos. Todo el mundo quería ver a Ponce y José Tomás, toreros que fraguaron su competencia hasta la retirada del de Galapagar. Otra de las parejas que llevó a gente a la plaza fue aquella que conformaban David Mora e Iván Fandiño dos toreros que se anunciaron con asiduidad a ambos lados del charco antes de la mortal cornada del de Orduña.