Hablar del hierro de Miura es hacerlo de una de las vacadas más importantes de nuestro campo bravo, un hierro que ha sobrepasado los 175 años de historia gracias a la búsqueda de un toro con personalidad, un animal distinto al resto tanto por en su fenotipo como en su genotipo. Desde su asentamiento en la capital hispalense, esta conocida familia consiguió que su negocio de sombreros se convierta en todo un símbolo de la ciudad. La puesta en venta de los edificios conventuales sevillanos tras la desamortización eclesiástica le permitió a Juan Miura la adquisición en 1843 del edificio del convento de Regina Angelorum para establecer la fábrica de sombreros.
Como muy bien nos informa la Real Academia de la Historia, «uno de los aspectos más interesantes de la biografía de Juan Miura es la orientación de Juan Miura hacia la agricultura. En la descripción de bienes hecha tras su muerte en 1854 se puede conocer cuál fue su actividad como labrador. La base de su labor eran el cortijo Cuartos con mil doscientas hectáreas en Dos Hermanas y una hacienda, ambas en arrendamiento«.
Especial relevancia tiene en la cabaña ganadera de Juan Miura la ganadería de lidia. En el Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla figura la compra de cerca de doscientas vacas serreras, así como yeguas a los herederos de Jerónima Núñez de Prado, que a su vez procedían del conocido ganadero utrerano José Rafael Cabrera y Angulo. Debutaría como ganadero en Sevilla en 1846 presentándose en Madrid en 1849, fecha que le confiere su antigüedad.
El caballo, la otra gran pasión en Miura y un negocio rentable
La de Miura es una vacada con un encaste propio, que se ha nutrido durante el paso de los años de distintas sangres que han dado lugar al tipo de toro que tenemos hoy en día. Pero amén de la ganadería brava, la familia siempre ha estado muy ligada al caballo como se hizo constan en el citado archivo notarial. Como se detalla en el libro ‘El caballo de Miura’ de Guillermo García Palma, la historia de los caballos de esta casa ganadera es también la historia del caballo español. Una raza con más de 500 años, creada por Felipe II, que ha influido en la formación de todas las razas equinas mundiales de montura.
Para trabajar con el ganado se necesita un caballo funcional, algo que da la raza española, una de las más importantes del mundo equino. Aquí se hierran los potros, como se hacía antaño, con el hierro de la ganadería en el lado derecho y el número del animal en el izquierdo. Una ganadería equina donde se marcan a fuego a los caballos según su sangre, es decir, el puro español lleva el mismo hierro que los toros, el de la A con las dos asas, mientras que los Hispano-Árabes están marcados a fuego con el segundo hierro de la familia.
“En 1842 mi tatarabuelo inició ganadería, comenzando a los pocos con la yeguada. Para manejar al toro se necesitaban caballos valientes, ágiles y con corazón, de ahí que se empezara con este proyecto tan bonito que hoy en día seguimos conservando en la casa” explicó recientemente Antonio Miura en el programa Todo Caballo de Canal Sur.