Cada mes de junio, en un rincón gascón donde el tiempo parece detenerse, Vic-Fezensac se convierte en el bastión francés del torismo. Del 7 al 9 de junio se celebrará un total de seis festejos taurinos, en horario matinal y vespertino. En la edición de 2025 se han reseñado utreros de Prieto de la Cal, erales de seis vacadas francesas y toros de Saltillo, Dolores Aguirre, Araúz de Robles y Flor de Jara, amén de una serie de hierros anunciados en una corrida concurso de ganaderías.
Entre los festejos programados destaca la novillada que abre la Feria, el sábado 7 de junio, una de esas citas que los buenos aficionados marcan en rojo. Seis novillos de Prieto de la Cal —joyas con sangre de Veragua— para tres novilleros con hambre: Jesús de la Calzada, Pepe Luis Cirugeda y Cristiano Torres. Un festejo que ha levantado una gran expectación en una afición que tiene a esta divisa como una de sus predilectas.
Una serie de animales que, tras vivir varias primaveras en los llanos cercados de “La Ruiza”, emprendieron recientemente el camino hacia el otro lado de la frontera, donde se emplaza la localidad de Vic-Fezensac. El primer pulso con la verdad no llega con la lidia en el ruedo, sino en los corrales. Allí, el desembarque de los novillos se vive con tensión: cualquier error se paga caro. Los animales, tras más de mil kilómetros de viaje y muchas horas a sus espaldas, llegan calientes y con ganas de pelea.
En un vídeo publicado recientemente por el Club Taurino Vicois, se aprecia cómo varios de los novillos reseñados para el día de la apertura de la Feria se dan la cara en los corrales. Son escenas de una dureza extrema, solo aptas para quienes entienden la bravura como una fuerza indomable. En esos momentos, el temple lo ponen los hombres de plaza. Con oficio y paciencia, apaciguan las tensiones antes de que la sangre llegue al río. Todo hay que hacerlo despacio, sin violentar a unos ejemplares que necesitan desfogarse tras el largo viaje.
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Cada novillo que se estropea en el desencajonamiento es una baja irreversible para la corrida. Por eso se recurre también al agua como aliada. Mojar a los utreros es una técnica tradicional que ayuda a rebajar la temperatura —física y emocional— de las reses. Un gesto tan sencillo como crucial para que el espectáculo llegue intacto al día señalado. Se trata de una novillada muy bien presentada, un encierro con variedad de capas que, a buen seguro, gustará a la afición francesa.
La ganadería de Prieto de la Cal tiene sus raíces en la antigua vacada de Florentino Sotomayor. En 1945, Tomás Prieto de la Cal adquirió la ganadería y, tras eliminar todo lo anterior, incorporó reses oriundas de Veragua adquiridas a José Enrique Calderón. Este encaste, de la casta vazqueña, es uno de los siete fundacionales del toro de lidia, y Prieto de la Cal es prácticamente la única ganadería que lo conserva en pureza gracias al esfuerzo de Tomás Prieto de la Cal y Picón.
Una vacada que para muchos es un patrimonio vivo del campo bravo. Pastando en “La Ruiza”, junto al río Tinto, guarda con celo el encaste Veragua, uno de los más antiguos y singulares del campo español. No se trata de una vacada al uso, sino de un hierro con connotaciones especiales, tanto en su fenotipo como en su genotipo. El toro de Prieto de la Cal no regala nada: es un tipo de animal que suele ir de más a menos, al ser un astado de pocos muletazos y una entrega sin miramientos en el jaco.
Se trata de un proyecto ganadero con autenticidad, y por eso Francia lo espera. El aficionado valora esa fiereza, esa verdad sin aditivos, ese toro que vende cara su muerte. Con este cartel, Vic vuelve a apostar por el futuro sin traicionar su pasado. La novillada de Prieto de la Cal ya espera en los corrales, pese a que aún quedan varios días para la celebración del festejo. Por el momento, y a pesar de la batalla vivida en los corrales, la novillada se mantiene íntegra de cara al festejo que dará el pistoletazo de salida al serial francés.