En casa de Victorino Martín García hace años que conviven dos encastes señeros del campo bravo. Por un lado, se encuentran los Albaserrada de Victorino Martín, y por otro las encinas de Monteviejo, dos ganaderías con particularidades muy definidas, esas que le hicieron sobrevivir a las exigencias veterinarias y al gusto de determinados toreros. Dos hierros que cuida con mimo, un ganadero que es consciente de las dos joyas genéticas que tiene en casa.
Pero estos no son animales de un fácil manejo, tanto las vacas como los toros de Victorino y Monteviejo requieren de la pericia y la paciencia de mayorales y vaqueros para tratar con ellas. Antes de llegar el invierno o las bajas temperaturas del otoño, los ganaderos deciden separará los becerros y becerras más grandes para hacer el destete, una faena complicada por la querencia que sientes los animales hacia sus madres.
Una labor de campo que se realiza un par de meses antes del primer herradero y que en casa de Victorino Martín se hace de una forma paciente y sin violentar a los animales. El valor de caballo y caballista son fundamentales para trabajar en una ganadería brava debido al comportamiento que puede llegar a tener un animal bravo. En este caso, pese a llevar a la piara de vacas hasta los corrales, una de ellas se para en la puerta del cercado, buscando a su becerro y haciendo caso omiso al vaquero.
Son momentos complicados, el animal está caliente y no hace caso a las indicaciones de los vaqueros, por eso hay que dejarla tranquila. No ha tomado ni siquiera a los bueyes, de ahí que habrá que esperar una mejor ocasión para conseguir quitarle el becerro que con tanto ahínco protege. Son momentos donde el animal presenta cara al caballista, no quiere abandonar a su becerro, de ahí que se arranque con todas sus fuerzas detrás de la cola del caballo.
Una labor muy compleja que no siempre salen como esperan los hombres de campo. Con el animal bravo hay que tener especial esmero, no se pueden salir con la suya, de lo contrario será muy difícil volver a repetir la faena. Pese a ello, no es momento para seguir calentando a una vaca que ya ha demostrado no querer abandonar a su becerro. La solución está abrirle la puerta del cercado, dejarla sola y que entre cuando vea que pasan las horas y sus hermanas no están con ella. Es decir, la querencia hará el trabajo.