POR: JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
Es el
golpe que estaba esperando la Fiesta. El pasado sábado Diego Urdiales le cortó
tres orejas a la corrida de Alcurrucén en Bilbao, pero ante todo, primó la
esencia torera que el tiempo ha ido marcando en el riojano. No importaron las
orejas, sino que en los corazones vascos quedaron grabadas las emociones, los
suspiros templados y las bolitas de genialidad de Diego. Él lo sabe y por eso
lo quiere y, en consecuencia, no se cansa de buscarlo. El sábado lo encontró. Y
aquí se lo cuenta a CULTORO.
«Quiero agradecer
a todos los que siempre han confiado en mí. Estoy enormemente feliz porque
necesitaba un triunfo así. Me siento todo un afortunado” señala entre emociones el
torero. Sabía que en Madrid no salieron las cosas y que, en tardes como
Pamplona o San Sebastián debía arreglar un triunfo que no llegó. Pero le
quedaba la baza de Vista Alegre. «Estoy tremendamente feliz y no hay
palabras para describir lo que sentí el sábado. Bilbao ha sido importantísima
en mi carrera y he triunfado durante varios años consecutivos pero no de esta
manera. Un triunfo así lo soñaba, pero por unas u otras cosas nunca había llegado”,
afirma Diego.
Se
cuajó, a finales de la pasada campaña, como uno de los toreros de la temporada
con apenas diez paseíllos a sus espaldas. Pero logró emocionar de tal forma al
aficionado que lo colocó entre los mejores del 2014. «Creo que el tiempo me ha
enseñado que no tengo que plantearme nada en mi carrera. Hay que pensar día a
día en las cosas y eso es lo que intento hacer y lo que hice cuando empecé
temporada. Se planteó un inicio de campaña bonito, pero no se dieron las
circunstancias para que saliera una tarde redonda. Es muy difícil que llegue,
pero a veces se dan las cosas y salen tardes así”, comenta para CULTORO
Urdiales.
Tras
unos años en los que Alcurrucén no alegraba al aficionado, Madrid y Bilbao han
devuelto la ilusión de éste en la histórica vacada manchega. Urdiales se
enfrentó a ellos en Valencia por marzo ante una corrida que no terminó de dar
juego. «El hierro es importantísimo y siempre ha dado grandes triunfos a muchos
toreros a lo largo de la historia. Nunca había que perderle la fe porque es un
encaste que me gusta mucho. Las cosas salieron mejor que soñadas, sin duda”,
afirma el norteño entre lágrimas de gozo.
En esa
faena se conjugaron soberbios derechazos con excelsos naturales, con solemnidad
por parte de Diego y entendiendo de forma perfecta a su lote. Toda una oda a
los conceptos que, a lo largo de la historia, han inspirado a artistas de todas
las épocas y emocionado al aficionado que nunca perdió la esperanza en esta
forma de entender el toreo. «Y agradezco enormemente a todos los que han
tenido paciencia en mí de nuevo. Estoy muy feliz por mí y por todos ellos”, rubrica el
riojano.
FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ
EDICIÓN VÍDEO: PABLO LÓPEZ RIOBO