MARÍA FUENTES
El silencio del Campo Charro. La pureza de Urdiales. La del hombre. La del torero que conoce más que nadie lo que es merecer a base de paciencia. Diego tienta en El Pilar y como testigo de ello el sol que va cayendo. Torea y conecta con otras épocas. Revive el clasicismo, tan despacio y tan puro, con el sosiego que dan los años de entrega. Afronta un 2018 “ilusionante”, seguro de sí mismo, sin presiones y justo de miedos con la certeza de seguir puliendo su concepto.
Se cumple aquello de ‘feliz en la calle, feliz en la plaza’. Y eso se nota…
Así es, el terreno personal influye de manera clave en el éxito profesional. Yo soy un torero muy trasparente, y en la plaza se nota. Ahora mismo estoy feliz y disfruto muchísimo delante de los animales. Lo de esta tarde en El Pilar ha sido un lujo. Para torear con el alma y con eso que se siente dentro uno necesita felicidad fuera, y gracias a Dios la tengo.
¿Influye ese estado de ánimo a la hora de hacer balance de la temporada?
Supongo que sí. La verdad es que el balance de la temporada que yo hago es muy positivo. Mi prioridad siempre es torear cada día mejor y he conseguido cosas que buscaba. He sido capaz de hacer todas esas cosas que soñaba delante de la cara de los toros y me he sentido muy bien.
Sin ser una temporada de triunfos rotundos en plazas importantes…
No, pero me he sentido muy torero desde la primera tarde del año cuando corté dos orejas a un toro de El Pilar en Fitero a la última en Talavera de la Reina que pude torear con muchísima despaciosidad a un toro de Joselito. Ha sido una temporada corta porque realmente yo no conozco las temporadas largas, pero sí ha sido muy intensa. Otra vez en Bilbao he tenido el lujo de puntuar las dos tardes y sentirme muy torero. Hay plazas que no se sabe por qué uno tiene un algo ahí especial que hace que las cosas salgan bien. Con el capote este año he alcanzado una dimensión importantísima. Recuerdo con especial cariño también la tarde de Logroño precisamente con otro toro de El Pilar fue una de las tardes más redondas en mi carrera allí donde sentí las cosas de principio a fin con distintos toros, distintas embestidas y con un sentir muy especial. En Talavera acabé temporada con un toro de Joselito con el que disfruté mucho, pude torear muy despacio. Se ha cumplido el objetivo de torear cada día más puro y más natural que a mí es lo que me hace expresar lo que siento.
Tres tardes en Madrid. Dos de ellas sin toros y una importante que falló con los aceros, ¿qué sensaciones se llevó de Las Ventas?
Esa del 2 de mayo del mano a mano con Ureña fue una de las tardes importantes de mi vida en Madrid. Sin que tuviera un toro extraordinario y ese que se necesita en Madrid sí que en el conjunto de la tarde salí muy satisfecho por la dimensión que se pudo ver a pesar de que la espada impidiera el triunfo. De las otras dos tardes me quedo con que pude torear con el capote como nunca allí pero no me dieron opciones los toros. Quitando el que todos queremos triunfar y que es necesario me fui de Madrid con una satisfacción muy grande porque sigo sintiendo el respeto y la admiración del público.
Sorprendió no verle acartelado en Arnedo, su tierra, su casa.
No fue agradable ver anunciada una corrida de toros en mi pueblo y que me quedara fuera. Este año decidieron darle la gestión del coso a una empresa que consideró que yo no tenía que estar. En su momento me dolió, pero he recibido tantos palos en mi carrera que ya no sé si me he acostumbrado. Antes estas cosas dolían mucho más pero eso me hacía perder mucho tiempo de mi vida pensado. Era poner mi cuerpo y mi mente en un estado en el que uno no se siente bien. Con el tiempo vas aprendido a convivir con ello y lo que venga bienvenido sea. A mí lo que me llena es torear, los intereses de fuera me aburren cada vez más.
Era la temporada que volvía Diego Urdiales en su esencia, ya sin la FIT. ¿Qué pasó?
Cada uno tenemos una forma de ver las cosas, de ver el toreo. Ambas son muy respetables pero cuando eso no coincide lo mejor es que se separen los caminos. Estoy muy agradecido pero tuve que tomar esa decisión y no me arrepiento. Fue lo mejor para ambos.
Y de nuevo con Villalpando, mano a mano…
Sí. La relación que tengo con él es muy difícil definirla con palabras. Nuestra amistad está por encima de todo, es una relación de un cariño y un respeto absoluto. Profesionalmente me entiende a la perfección y me da la tranquilidad y es precisamente eso lo que necesito para poder centrar mi mente en lo que yo debo tenerla. A su lado sé que tengo a alguien detrás que piensa exactamente como yo, y eso es necesario.
¿Qué papel ha jugado la suerte en la carrera de Diego Urdiales?
El factor suerte es fundamental en todos los casos de cualquier torero. Ha habido momentos de todo. La suerte llega y se va, pero lo importante es que llegue en el momento en que se necesita de verdad. Yo aún la espero, es vital.
¿Qué ha sido lo más difícil en estos años?
Llegar a conseguir lo que uno busca y lo que uno siente, eso es lo más difícil. Los malos tratos que he recibido duelen mucho. Han sido demasiados palos, muchos sinsabores. No sé si habré hecho más o menos en el toreo pero sí lo suficiente como para que el trato que me han dado y me están dando no sea merecido. Sin ir más lejos, creo que he dado motivos para debutar en muchísimas plazas y ferias en las que ni siquiera me han dado una oportunidad, entre ellas Salamanca.
¿Cómo se justifica tanto desprecio?
No se puede justificar. El toreo es una esencia, es un arte fundamental para poder mantener esta Fiesta que conmueve al aficionado. Eso va por un lado, y por otro van los nú- meros, los intereses económicos de muchas personas. Muchas veces no coinciden y de ahí vienen los desprecios y lo sinsabores, a mí y a muchos como yo.
A esos sinsabores este año se sumó la pérdida de un compañero como Iván Fandiño con la temporada ya empezada, ¿cómo le ha afectado?
Imagínate, dos años seguidos y dos compañeros. Con Fandiño tenía una relación más cercana porque he coincidido muchas más veces con él, somos los dos toreros del norte, habíamos hablado mucho, y es muy duro, no hay palabras para describir la dureza de perder a un compañero.
Los toreros tenemos la mente preparada y sabemos que esto puede pasar pero ponerte el vestido de torear después de esto es muy duro. De ahí la grandeza y el respeto que se le debe tener a los toreros y a esta profesión.
Y con la temporada finalizada falleció Victorino Martín, emblema de una ganadería que tanto ha marcado su carrera profesional…
Fue una pérdida muy grande, una familia a la que le estoy muy agradecido por el enorme trato que siempre me dan y que tanto han significado en mi vida como dices. Una parte grande mi carrera ha ido ligada a ese hierro. Es una ganadería histórica por conseguir todo lo que están consiguiendo, primero Victorino padre y ahora el hijo. Ser capaces de seguir manteniendo esa ganadería con esa regularidad durante tantísimos años, con esa personalidad tan especial y tan única y que haya llegado tan alto durante tanto tiempo es algo no difícil, sino prácticamente imposible. Pertenecer a esa historia por haber podido cuajar faenas tan importantes para mí es un agradecimiento y una satisfacción porque no es fácil saber acoplarse a ese toro, hay que ser capaz. Orgulloso de haberlo conseguido.
¿Qué aporta su toreo a la Fiesta?
Me costaría decirlo, pero al final uno está vivo, y vive con la gente, y lo que me trasmiten es lo que les hago sentir. Me siento muy orgulloso, sobre todo de saber que cuando me ven torear ven a un torero distinto, a un torero con una personalidad marcada, con unas formas de interpretar que solo se parecen a Diego Urdiales.
Una filosofía de vida…
Hacer siempre lo que siento dentro y vivir con verdad interior intentando luchar contra mis propios miedos. Estoy convencido de que siendo sincero y natural con uno mismo puedas conseguir llegar a lo que te hayas propuesto.
FOTOS: Pablo Angular