EL TENDIDO DE LOS SASTRES

Dijo una voz popular


jueves 18 mayo, 2017

Dijo una voz del tendido: ¡Los corruptos a la cárcel!. ¿Había descubierto quien gritó a algunos de esos que copan portadas y banquillos con sus trapicheos, sobres, comisiones, fraude y demás?

Dijo una voz del tendido: ¡Los corruptos a la cárcel!. ¿Había descubierto quien gritó a algunos de esos que copan portadas y banquillos con sus trapicheos, sobres, comisiones, fraude y demás?
FRANCISCO MARCH
 
Había empezado la faena de muleta David Mora (después de brindarlo al Rey que reinó) al primero de su lote (toro escuchimizado y protestado) con sendos pases cambiados por la espalda y entre la primera y la segunda serie de redondos retumbó en Las Ventas una voz popular desde el anonimato del tendido: ¡ Los corruptos a la cárcel !. ¿Había descubierto quien gritó a algunos de esos que copan portadas y banquillos con sus trapicheos, sobres, comisiones , fraude y demás?. ¿Señalaba a alguien ?. 
 
Nadie jaleó la ocurrencia, tampoco se protestó, pero ahí quedaba el sentir de uno, quizás la voz callada de muchos. Siempre se dijo que el microcosmos que habita en una plaza de toros durante la corrida responde al pulso del momento social y político de España  y pruebas ha dado la Historia de ello. Así, a bote pronto , citaría un par de ellas, diametralmente distintas por fondo, formas y consecuencias.
Una de ellas ocurrió en 1835, en la plaza de El Torin, en el barrio de pescadores de la Barceloneta, en Barcelona. 
La muchedumbre, enfurecida por la mansedumbre de los toros se echó al ruedo en el último, que fue muerto a palos y arrastrado al grito de ¡lo bou, gros !. El gentío.salió a la calle  con el ánimo guerrero , el descontento social y el anticlericalismo hicieron el resto y Ramblas arriba quemaron cuantos conventos e iglesias encontraron a su paso. La plaza permaneció cerrada durante quince años.
La otra fue más estrictamente taurina. El 1 de junio de 1982, Las Ventas vivió lo que pasó a ser llamada «la corrida del siglo». Una tarde en la que se conjugaron los toros de Victorino Martín y tres toreros Ruiz Miguel, Esplá y Palomar para elevar la Fiesta a la gloria. Eran tiempos de cambio en España, apenas faltaban cinco meses para que el PSOE ganara las elecciones y Felipe González fuera presidente del gobierno. Y la tauromaquia necesitaba un revulsivo en su decaída realidad. Y, por eso, al acabar la corrida, todos a hombros, el público gritó en un coro de autoafirmación ¡esto es la Fiesta, esto es la Fiesta!. Sí, una Fiesta hecha de la verdad del toro íntegro y los toreros cabales y  a la que en los años inmediatos volvieron su mirada, se acercaron a ella, intelectuales y jóvenes , gentes de la izquierda (con Antoñete rojo y bohemio, como polo de atracción de la movida madrileña)  deslumbrados, atrapados, por esa verdad recuperada. Y en el debe de los taurinos queda el haber dilapidado aquel momento de euforia y estar como estamos.
Y porque estamos como estamos, en la calle y en la plaza, la voz popular, una pero rotunda, pide cárcel para los corruptos, así, por extensión y sin señalar, aunque más de uno ya está señalado.
Lo que pasó en la corrida, antes y después del grito, se resume en el mal fario de Curro Díaz en esta Feria, el toro que no veía o veía mal que sorteó Fandiño  y una oreja que fue consuelo para David Mora tras lo de la tarde anterior. ¡Ah ! y los pares de banderillas de Ángel Otero, brutales.