En el término municipal de El Escorial se encuentra la vacada madrileña de Baltasar Ibán, cuyo encaste Contreras perdura desde los años veinte, y que tras pasar por dos titularidades más recayó en la actual propiedad en 1957, esa que variaría el hierro y aumentó con más reses del mismo encaste antes de apostar por sementales de María Antonia Fonseca para darle mayor volumen a los animales.
Aquí desde hace casi 35 años lleva trabajando Domingo González, un salmantino que cursar estudios básicos pasó de trabajar en labores a hacerlo en una vacada tan importante como esta. Un enamorado del campo y del toro bravo que se ha convertido con los años en la cabeza visible de un proyecto ganadero que ahora comanda Luis Miguel Encabo, actual representante de la vacada madrileña.
Tras tantos años, Domingo ya piensa en la jubilación, son muchos años junto al toro, lustros sin poder despegarse de un animal que le exigía casi la totalidad de su día a día. Un ciclo que va llegando a su fin, como todo en la vida, esa que le puso delante una oportunidad que no desaprovechó.
«A mí me lo propuso el antiguo Mayoral y podría decir que no lo dudé ni un instante, es cierto que mi mujer, mi mujer era mucho más joven y no era fácil arrancarla de su familia de Salamanca, pero quizá fue ella la primera que decidió apostar por este camino y afrontar nuevos retos», explicaba Domingo sobre la decisión de dar un paso al frente e irse desde Salamanca a tierras de madrileñas El Escorial.
«Esta finca la compró Baltasar Ibán a finales de los años 40, principios de los 50, cuando se hizo con un lote de vacas de Machaquito de lo que tenía este de Contreras. Cuando Baltasar Ibán compró sangre Contreras, al tiempo vio que tenía ya ciertos problemas para que sus animales pasaran en el reconocimiento veterinario de por la mañana, entonces fue cuando decidió comprar a María Antonia Fonseca, fusionando lo que a día de hoy es un encaste propio del que actualmente tenemos unas 200 vacas madres para un total de unas 800 cabezas de ganado«, añadía.
Un mayoral que se las ha visto con animales de todos los colores en esta vacada, toros y vacas que le han dejado marcado de por vida, esos que le forjaron un carácter que pese al paso de los años sigue manteniendo. «Para mí es un toro especial y por eso me quedo con el animal de esta casa. Bien es cierto que puede que sea un toro más difícil en su día a día, pero la verdad es que me van los retos«, señalaba González.
«Hay una cosa, si tienes afición y ganas de trabajar todo es mucho más fácil, lo único, pero tienes que quitarle muchas horas a tu familia porque yo nunca me he ido de vacaciones con mis hijos, por eso quiero hacerlo con mis nietos», explicaba sobre este oficio en el que lleva toda la vida en una entrevista concedida a Torista de Francia. El salmantino es pieza básica de un proyecto ganadero que pese a las vicisitudes nunca ha cambiado su hoja de ruta.
«Aquí un día disfrutas, pero son 10 minutos, porque al día siguiente tienes otra cosa que a lo mejor borra todo lo anterior, pero bueno, con el tiempo vas asimilando que el toro es así, y que unas veces te da y otras te quita, si no eres capaz de entender eso este no es tu trabajo«, acababa comentando Domingo González.