En la localidad jiennense de Carboneros se encuentra la ganadería de El Cotillo, propiedad de Juan Collado Ruiz, una vacada de procedencia Jandilla vía Javier Camuñas. Allí, en uno de los cercados de la finca se encuentra el semental ‘Servilleto’, un toro espectacular de lámina que se encuentra con una piara de vacas jóvenes que han pasado hace poco tiempo el fielato del tentadero. Con la llegada del verano es hora de sacar al semental de lugar donde está ahora, algo nada fácil por la querencia que ha tomado.
Este semental ya está contrastado, se le han visto hijos en la tienta y el resultado ha sido óptimo, de ahí que siga padreando. Los compañeros de Toros para Todos estaban grabando el cambio de cercado del semental cuando el dron quedó atrapado en lo alto de una encina; afortunadamente se pudo salvar el aparato y seguir grabando al semental con su piara de vacas.
Como pasa tantas veces, los toros que están con su piara de vacas no quieren abandonarlas, mostrándole ariscos y arrancándose de improviso a los caballos. Hay que tener mucho cuidado con estas reacciones, un descuido puede ser fatal, más si cabe con un toro tan serio y armado como éste. Gracias a la pericia del ganadero se consigue pasar de una cerca a otra al toro sin mayores problemas.
Poco a poco se va separando al toro de las vacas gracias también a los mansos, fundamentales en el día a día de la ganadería. ’Servilleto’ debe descansar y recuperar fuerzas de cara al año que viene, momento en el que volverá con su lote de vacas para seguir perpetuando su especie en esta ganadería jiennense. Las hechuras son cruciales, pero también la genética que lleva detrás, algo que cumple al 100% este animal.
Ahora tocará llevar al lote de vacas con sus hermanas de camada para que juntas pasen el verano junto a sus becerros. Las hembras volverán a unirse y a cuidar a los más pequeños de la ganadería, algo que no ocurre con los sementales: éstos no tienen instinto paternal, es decir, no sienten a los becerros como suyos, de ahí que no los tengan en consideración. Las vacas sí dan la vida por ellos, excepto cuando huelen a humanos tras ser acrotalados: en este caso, pueden llegar a repudiarlos sin son primerizas, aunque no es algo muy frecuente.
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