Corría el mes de abril del año 2020, mientras que toda España estaba confinada en su domicilio y muchos ganaderos de bravo lo hacían en el campo cuidando y alimentando al ganado bravo, cuando Álvaro Martínez Conradi, ganadero del hierro cordobés de La Quinta, publicaba la siguiente imagen. Eran momentos muy duros, la incertidumbre se había apoderado de un sector que no sabía si iba a terminar la temporada en blanco o este problema tenía visos de solucionarse a medio y corto plazo. El campo —mientras tanto— no era ajeno a este problema, pues un gran número de ganaderos tenían la mosca detrás de la oreja y ya empezaban a pensar cuál era la mejor solución para no caer en bancarrota.
Lo único que estaba claro era que el animal bravo tenía que ser cuidado como si no hubiera una pandemia, incluso sin saber sus ganaderos si podrían ser lidiados en una plaza o tendrían que ser carne de matadero. Pese a ello, la gran mayoría de los criadores de bravo salían cada día a repasar al ganado, a moverlos, a curarlos si era necesario, porque ante todo estaba su cuidado. Con las ciudades apagadas y prácticamente sin vida, el campo seguía latiendo, viviendo su día a día.
A primera hora de la mañana, como es habitual cada día, los vaqueros echaban de comer a los toros de saca, algo fundamental para su remate. Tanto el mayoral como los vaqueros de la ganadería de La Quinta estaban atentos porque después de dicho desayuno suelen saltar chispas entre ellos. Los toros de este encaste son animales de sangre caliente, de ahí que una vez que han cogido fuerzas empiecen los escarceos y las primeras peleas entre ellos. Tanto el mayoral como los ganaderos y los vaqueros saben que este encaste es muy susceptible a las peleas, de ahí que no puedan ceder ni un metro con ellos, de lo contrario las bajas serían continuas. Cuando este tipo de animal detecta la debilidad del contrario, le pega hasta matarlo.
Y así fue, pese a la vigilancia que tenían sobre los animales, la pelea fue inevitable. «Los toros bravos, como animales salvajes que son, pelean hasta morir entre ellos mismos«, comentaban en su red social los ganaderos de la divisa cordobesa. Uno de los toros de saca había caído en combate tras una pelea donde sus hermanos no dudaron en golpearlo hasta la muerte. Pese a tener fundas, estas no evitan siempre la muerte del contrincante, más si cabe cuando entra en liza un tercero que es el que va por detrás, ahí se encuentra la clave de quien vencerá en esta lucha a muerte.
Una imagen del toro derrotado, muerto en combate mientras sus hermanos siguen barruntando pelea. Son momentos muy duros para el ganadero, el trabajo de selección se ha visto cortado de raíz por las luchas de poder que hay en el cercado. Este animal seguramente no hubiera sido lidiado a causa de la pandemia, pero se podría haber toreado a puerta cerrada para probarlo como semental. La familia Martínez Conradi sabe que las bajas son inevitables y más en este tipo de ganadería; la pena que les queda es no saber si este animal hubiera podido honrar la sangre Santa Coloma-Buendía que le corría por las venas.
Ver esta publicación en Instagram