MADRID

El trago que tuvo que pasar Javier Castaño en los últimos minutos de su despedida de Madrid


martes 29 abril, 2025

El espada salmantino saldaba con dignidad una tarde complicada por el juego de los toros de Saltillo que le cupieron en suerte

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El pasado domingo era un día muy espacial para la familia Castaño, mientras Damián -hijo menor- trenzaba el paseíllo ante seis astados de Dolores Aguirre en San Agustín de Guadalix, su hermano Javier se mentalizaba para dar lo mejor de sí en la primera plaza del mundo, coso donde se despedía de su afición en un 2025 muy emotivo para él. Tras pasar una dura enfermedad y vivir la cara más dura del toreo al no contar para muchas empresas, el salmantino conseguía meter la cabeza en Madrid pese a no ser durante el ciclo isidril.

“A Madrid uno nunca acaba de acostumbrarse, estés al principio o al final de tu carrera. Pero, por encima de todas esas cosas, está la ilusión que tengo, de poder volver a pisar esa plaza de toros, en la que tantas veces he hecho el paseíllo” señalaba en una reciente entrevista conducida a Javier Lorenzo en La Gaceta de Salamanca. Torero que tras tomar la alternativa el 1 de abril de 2001 ha sumado un total de 392 paseíllos durante estas 25 temporadas que ha estado en activo. De ese número de festejos 175 los realizó entre 2010 y 2016, siendo la campaña de 2013 aquella donde mayor número de tardes trenzó el paseíllo.

Pese a ser fuera de feria y en un cartel previo a la Feria de la Comunidad, Javier volvía al coso venteño motivado y esperanzado en poder demostrar que no por ser su última tarde en esta plaza iba a dejar pasar el tren. Pero la tarde desde el principio se puso cuesta arriba con un primer animal deslucido y mansurrón que no le permitió lucimiento alguno. Sin perder la esperanza este esperaba con ilusión la salida del segundo de su lote, pero este fue de esos animales -por imposible- que dejan una desazón dentro del torero. Una prenda el avieso cuarto de cara engallada que evitó una despedida a la altura del torero que tenía delante.

«Imponente era el tremendo corpachón que gastaba el cuarto, otro cárdeno claro que quiso poner a correr a Castaño amenazando con la cara en el capote y sin llegar a pasar nunca. Peleó sin entrega y sin franqueza en el caballo, donde lo hicieron sangrar lo suyo, pero todo ello sin humillar ni una sola vez y doliéndose en un complicado tercio de banderillas. Ni una sola vez quiso embestir en la muleta de Castaño, que se lo hizo todo para tirar de recursos y meterle mano con habilidad, pero no tuvo ni uno. Marcó a Javier de inicio y le puso siempre los pitones en el palillo porque andaba el charro listo para que no fuera en el cuello», escribía Marco Antonio Hierro en su toro a toro el pasado domingo.

«De pasar un rato el toro, que no quiso tomarla ni cuando se la echó Javier a la pezuña para entrar a matar. Siempre encampanado, siempre avisando que te ibas a llevar una tarascada, hasta que consiguió Castaño meter la mano y dejar una estocada hasta las cintas que fue escupiendo el bicho. También este se resistió a doblar y tuvo que volver a entrar pegado a tablas, en una complicada posición en la que se hizo daño el charro«, añadía el toro a toro. Un trago nada agradable para un torero que ya ha vivido capítulos similares dentro de una carrera donde en multitud de ocasiones le ha tocado bailar con la más fea.

Pese a la imposibilidad de triunfar ante los toros de Saltillo, el salmantino se llevará siempre el cariño de una plaza que le obligó a saludar tras finalizar el paseíllo como reconocimiento a una trayectoria digna y sincera. Nadie sabe si habrá una segunda oportunidad en lo que resta de temporada para poder decir adiós a esta plaza con un triunfo, de momento, Javier guardará en el corazón esa cerrada ovación que le tributó una afición que le ha visto tanto en sus momentos buenos como en aquellos donde las cosas no salieron como todos querían.