Toreros consagrados como Manuel Jesús ‘El Cid’, que enarbolan la bandera del toreo clásico, se enfrentan hoy a un panorama muy complicado tras ver cómo las principales ferias de España y Francia oficializan su cartelería sin su nombre impreso. La entrada de toreros jóvenes, junto con la presencia de figuras del toreo y espadas asentados en las ferias, dificulta la participación de toreros como Manuel. Ante esta dura realidad, muchos profesionales optan por cruzar el charco para anunciarse en plazas donde la tradición taurina mantiene un espacio significativo y su afición no necesita de las figuras para acudir a sus tendidos.
El reciente regreso de El Cid al Perú, en una corrida de gran relevancia en Coracora, pone en evidencia esta realidad. Allí se acartelará junto al gaditano David Galván, el peruano Joaquín Galdós y el joven francés Adrien Salenc, tres toreros que conforman un cartel de primer nivel que podría anunciarse en cualquier plaza de España o Francia. La oportunidad de brillar allende los mares no solo ofrece una válvula de escape para estos espadas, sino también la posibilidad de conectar con un público y una afición que mantiene viva la pasión por la fiesta taurina y valora su legado cultural con respeto y entusiasmo.
Este fenómeno no es casualidad, sino el resultado de políticas de cambio de cromos que están sacando a los aficionados de las plazas. Mientras esto ocurre con gran frecuencia en Europa, países como Perú continúan promoviendo eventos taurinos con la seriedad y el prestigio que merecen, gracias al trabajo comprometido de familias y organizaciones que defienden esta tradición. La plaza de Coracora se convierte así en un refugio y un escenario imprescindible para una serie de toreros que cruzan el charco para seguir sintiéndose vivos.
En definitiva, la emigración taurina que protagonizan figuras como El Cid o toreros jóvenes como David Galván es una llamada de atención para quienes organizan festejos en el viejo continente. Perder el talento y la experiencia de grandes maestros por falta de oportunidades no solo empobrece la tauromaquia, sino que amenaza con diluir un patrimonio cultural inigualable. El de Salteras no dudó un segundo en darle el ok tanto a la familia Montoya Quispe, defensores y promotores de la tauromaquia en la región, como a la empresa El Real de la Feria, que organiza tanto el festival en honor a la Virgen de las Nieves como la feria que tendrá lugar los días 6, 7 y 8 de agosto.
