Este 28 de enero se cumple el aniversario de la muerte del gran torero venezolano Curro Girón, todo un espectáculo en la plaza de toros de Madrid con capote y banderillas junto a sus hermanos y una pieza fundamental para entender la historia del toreo en Venezuela.
Aunque murió y fue enterrado en Venezuela, en Madrid se le realizó un funeral en la iglesia de la Concepción, un acto litúrgico en el que estuvo presente el profesor universitario Javier López-Galiacho, quien nos recuerda la afable anécdota en la que, en un momento determinado de la función religiosa, Bojilla, uno de sus peones de confianza le arrebató el micrófono al sacerdote para decir lo siguiente: «Padre, a los amigos los despedimos los amigos», haciendo llorar a los presentes recordando sus historias.
Este fue su entierro en Maracay:
Según apuntaba El País aquel día, el diestro venezolano murió en el Hospital Universitario de Caracas, víctima de una afección hepática, a la edad de 49 años. Tercero de la dinastía de los cinco toreros Girón -César, Rafael, Curro Efraín y Freddy-, y sexto de los 13 hermanos que componían la familia, nació el 28 de julio de 1938 en Maracay y estuvo casado con Marlene Lozano, reina de la belleza de Colombia, con la que tuvo dos hijos, Mónica y Antonio, este último novillero.
Debutó en España en Línea de la Concepción (Cádiz) en 1955 y tomó la alternativa el 27 de septiembre de 1956 en Barcelona, con toros de Peralta, de manos de su hermano César, el más famoso de la dinastía Girón, que falleció en accidente de automóvil hace 16 años. Toreó 56 corridas en 1957, 59 en 1958, 81 en 1959, 57 en 1960, 74 en 1961 y 53 en 1962. En 1963 empezó a descender su cotización y en 1969 ya no actuó en España.