La afición francesa siempre ha sido un ejemplo de respeto por la integridad y pureza de la fiesta. Hace unos años, el 10 de septiembre de 2017, dio una auténtica lección de respeto y libertad en las Arenas de Arles.
Aquel día, «El Juli», Juan Bautista y Cayetano lidiaban una corrida de Garcigrande y Domingo Hernández. De repente, un antitaurino saltó al ruedo y se dirigió directamente por la espalda hacia «El Juli» en su turno de lidia. Rápidamente, el espontáneo fue reducido y de manera instantánea el público de Arles se puso en pie para entonar a coro «La Marsellesa», himno nacional del país galo y emblema de la libertad durante la Revolución Francesa.
Los aficionados franceses alzaron la voz para reivindicar la libertad y para defender la cultura en uno de los momentos más emocionantes y espontáneos que se han vivido en una plaza de toros en los últimos años.
Orgullo taurino de una Fiesta que no es Nacional
Debería ser un improperio llamar Nacional a la Fiesta de los toros. Porque es Internacional el apelativo correcto para el sentimiento con el que Francia trató ayer a los antitaurinos que se hicieron notar tras el paseíllo, y con la Marsellesa como himno de unión defendió la igualdad como sociedad en ese coso, la fraternidad que les unía en ese momento y la libertad de acudir a un espectáculo legal en los ocho países taurinos del orbe.