ARTÍCULO

El lobo, qué gran felón


lunes 15 febrero, 2021

El campo bravo vuelve a sufrir las consecuencias de un nuevo despropósito de nuestros dirigentes políticos: el terrible lobo, depredador de animales indefensos.

El campo bravo vuelve a sufrir las consecuencias de un nuevo despropósito de nuestros dirigentes políticos: el terrible lobo, depredador de animales indefensos.

Por Juan Miguel Núñez Batlles

No quisiera frivolizar con la rima asonante que parece aludir en el título a los sones de una cancioncilla comercial que recuerda la Navidad. No está la cosa para risas. El lobo es, por naturaleza y como tal hay hay que tratarlo, un gran felón. Dejémonos de turrones.

Y es que el campo bravo vuelve a sufrir las consecuencias de un nuevo despropósito de nuestros dirigentes políticos: el terrible lobo, depredador de animales indefensos, que ha pasado a ser una especie protegida.

El gobierno ha prohibido la caza del lobo. Otra barbaridad más que atenta a las ganaderías. Y cuidado, que el peligro es para todo tipo de ganaderías.

Hace dos semanas se reunió la Comisión Estatal de Patrimonio Natural y la Biodiversidad, formada por los directores generales de las comunidades autónomas, y por un estrecho margen (un sólo voto de diferencia) acordó aceptar la propuesta de incorporar al lobo ibérico en el listado de especies de protección especial.

Menuda calamidad. El lobo protegido también, con los estragos que ocasiona, sobre todo en zonas donde hay verdaderas manadas de este terrible depredador.

Se da la circunstancia de que el lobo está teniendo dificultades para encontrar animales silvestres, de los que habitualmente se alimenta, y busca a otros con menor capacidad de defensa natural, como es el caso del toro bravo o la vaca, que se mueven en cercados, sin  posibilidad de escapar a las aviesas y sangrientas intenciones del depredador felón.

Qué pena,  y qué salvajada. Las crías con muy pocos días de vida, o incluso recién nacidas,  y cuando la madre, que acaba de parir, está con muy pocas fuerzas para defenderse y defender a sus retoños. El lobo los devora vivos.

Es aquí donde debería actuar esa Dirección General de Derechos Animales, que sigue pegando bandazos con una política al tun tun,  a ver cómo pueden destruir la cultura, la tradición y tantas riquezas inherentes al espectáculo taurino y su proyección de bienestar social y económico.

Esta prohibición de la caza del lobo deja en total desamparo a la cabaña de bravo, pues afecta no sólo en pérdidas de cabezas de ganado, sino -algo muy importante e irrecuperable- en pérdidas de genética.

Desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación se ha anunciado que habrá una compensación económica por cada res que mate el lobo. Pero no será suficiente, porque lo que no se se podrá recuperar será precisamente la herencia genética que llevan consigo estos animales, que es lo que hace que el toro bravo sea tan diferente de las demás especies.

Y todavía hay más: el ataque también de los buitres, que se comen igualmente vivas a las reses. Los buitres que asimismo defienden los animalistas.

Estamos, de verdad, en un mundo de locos. Indefensos ante los ataques del lobo. Una realidad durísima de aceptar, cuyas consecuencias no tardaremos en lamentar con más penosos sufrimientos y consecuencias irreversibles.

Han sido ya varias las ganaderías de bravo que han alzado la voz contra esta sinrazón. Garcigrande, Niño de la Capea, Zacarías Moreno, Victoriano del Río y Alcurrucén, entre otras, que están sufriendo las consecuencias de los desaguisados del lobo, se han manifestado en las redes sociales.

Justo el mismo día que se prohibió su caza, el lobo atacaba brutalmente la ganadería de «El Niño de la Capea», que se manifestaba así: «Esta es la realidad del campo. La que los políticos y los medios de comunicación no quieren enseñarnos. Esto es lo que hace el lobo. Y lo sufrimos cada día los ganaderos. ¿A estos animales quien los protege? ¿Qué vamos a hacer?». Y junto al texto, la foto de un becerrito desangrado por el lobo.

Hay una carta que han enviado las asociaciones ganaderas al presidente del gobierno exponiendo el grave problema. Y como primera reacción la ministra de la llamada Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha convocado a las comunidades autónomas esta semana para volver a tratar el problema.

De parte de los ganaderos, faltaría más, está el titular de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas. Pero, como dicen los afectados, se está actuando con «sectarismo ideológico» y «bajo la idiotez humana». 

Veremos en qué queda todo. Desde luego que las pérdidas ya están siendo cuantiosas, mientras la ministra de marras sólo se deja aconsejar por los movimientos mal llamados ecologistas, que además de estar radicalizados en sus arbitrarias posturas no han analizado con números y un mínimo grado de sensatez las consecuencias de las mismas.