Fue hace catorce años cuando El Pana cuajó al toro «Rey Mago” en la Monumental Plaza México la tarde en que iba a despedirse de los ruedos. Pero el torero de Apizaco bordó una tarde de ensueño que, lejos de ser un adiós, se convirtió en una resurrección. Aquel día en La México, El Pana le confirmó la alternativa al catalán Serafín Marín. Recordamos hoy la crónica de Ignacio de Cossío de aquella gloriosa tarde de El Pana:
«Nadie, ni siquiera la ínclita ministra de cuota Narbona con sus últimas tonteces antitaurinas me habían excitado el celo por volver a escribir, salvo El Pana. A él va dedicado mi último artículo como muestra de admiración por su cruzada romántica en un mundo en peligro de extinción.
Rodolfo Rodríguez, alias El Pana volvió a torear el pasado domingo 7 de enero en la Monumental de Méjico encarnando la figura del hijo pródigo, que lleno de desventuras y miserias en compañía de la injuria y el alcohol a punto estuvieron de acabar con la leyenda de la última figura de la torería azteca.
La televisión nos trajo el milagro a miles de kilómetros bajo el canal de las estrellas después de siete días de triste espera. No dábamos crédito, a lo que se decía en la radio. El viejo Pana, a sus 54 años de edad vestido, de banderillero de segunda, montado en un conche de caballos y fumando un habano, decía adiós al toreo. No podía ser ese su final y a Dios gracias que no fue así ni mucho menos. Lanzados como perros sabuesos esperamos la emisión en diferido. Comienza la película con la vuelta de honor para El Pana tras romperse el paseillo, la historia estaba a punto de escribirse…
Salta al ruedo «Rey Mago” el primer toro del Pana, herrado a fuego por Garfias. Se hace el silencio en la plaza. El Pana se transforma, abre el capote y zas. Tocan chicuelinas llenas de embrujo y torería. Se acelera en el brindis por los que pese a sus merecimientos no llegaron a ser figuras y se quedaron en el camino lleno de sufrimientos y calvarios. Allí también en aquel brindis se quedaron los 28 años en el ostracismo de El Pana, atrás los injustos y cobardes vetos, las huelgas de hambre y el mendigar por las calles y tentaderos junto a su inseparable hatillo.
Un pase cambiado por la espalda enciende la llama del milagro, de la resurrección inspiradora. Rodolfo se va por la izquierda y El Pana vuelve por la derecha. Uno, dos, tres, basta, no se puede torear con más pellizco y temple a la vez. La muleta por los suelos, la mano a la rodilla a lo Lorenzo Garza. Pronto llegan los adornos y los trincherazos de ensueño a la sombra del gran Silverio, y nos preguntamos en casa ¿ pero donde estaba escondido este Pana? Llega la espada, cuidado que corta el rabo y la arma. En esos momentos la plaza, con 18.000 almas en pié, es un clamor que pide a gritos el relevo mejicano entre los Zotoluco y Ortega. Pincha en cuatro ocasiones el panadero de Apizaco y acierta la afición en haberle visto en directo. Vuelta de honor al maestro en la que sería la más gloriosa de todas.
Con el toro de la supuesta despedida de nombre «Conquistador” se atreve en banderillas el veterano maestro del estado de Tlaxcala. Al cuarteo y al quiebro pegado en tablas a una sola mano, firma la segunda gran actuación de la tarde. Segunda vuelta de honor con sabor añejo. Tras el brindis «sui generis” dedicado a las prostitutas, meretrices y mesalinas que saciaron su hambre y mitigaron su sed, llega la hora de la muleta y vuelve con la diestra en una faena más técnica y más lenta si cabe que la anterior. No hay espacio, ni tiempo para reaccionar, estábamos viendo brotar la magia de la fiesta de nuevo. Gracias Pana por la lentitud, la eternidad de ese toreo que no se ve, ni se vende hoy en día. La espada volvió a fallar y eso que la faena era de otro rabo, pero que más da llegaron las orejas y las 4 postreras vueltas al ruedo en una tarde histórica. La epopeya se había consumado.
Todos le daban por muerto, le habían preparado el funeral y él sólo se encargó de enterrarlos a todos en cuarenta minutos. Méjico entroniza a su último rey, heredero de los Garza, los Silverio, Los Armillita, Los Arruza y Los Procura para mayor gloria del toreo mejicano. Bendita inspiración y genialidad del último monstruo de la fiesta, que pronto confirmará en Las Ventas según me cuenta el protagonista de esta historia. Me adelanta incluso que llegará en barco y fumando habano. La liturgia hace al torero. Otro Gallo ha nacido al otro lado del charco, cuidado con este artista que no solo ha levantado pasiones sino que también siembra faenas para la historia. El Pana es torero de una sola tarde, pura y bendita inspiración, nadie sabe lo que hará mañana. El domingo firmó una obra arte y pronto se olvidaron sus otros siete toros devueltos con vida en ese mismo escenario. Ése es su secreto, ésa es su estrategia que le hace ser distinto a los demás y la base, muy posiblemente de su éxito. Tuvo que venir un señor casi sexagenario para sacar a al luz las vergüenzas de la totalidad del escalafón taurino mejicano actual, esperemos sea este el comienzo de una nueva era en los ruedos de ese país.
Nadie, ni siquiera la ínclita ministra de cuota Narbona con sus últimas tonteces antitaurinas me habían excitado el celo por volver a escribir, salvo El Pana. A él va dedicado mi último artículo como muestra de admiración por su cruzada romántica en un mundo en peligro de extinción. Rodolfo Rodríguez, alias El Pana volvió a torear el pasado domingo 7 de enero en la Monumental de Méjico encarnando la figura del hijo pródigo, que lleno de desventuras y miserias en compañía de la injuria y el alcohol a punto estuvieron de acabar con la leyenda de la última figura de la torería azteca.La televisión nos trajo el milagro a miles de kilómetros bajo el canal de las estrellas después de siete días de triste espera. No dábamos crédito, a lo que se decía en la radio. El viejo Pana, a sus 54 años de edad vestido, de banderillero de segunda, montado en un conche de caballos y fumando un habano, decía adiós al toreo. No podía ser ese su final y a Dios gracias que no fue así ni mucho menos. Lanzados como perros sabuesos esperamos la emisión en diferido.
Comienza la película con la vuelta de honor para El Pana tras romperse el paseillo, la historia estaba a punto de escribirse…Salta al ruedo «Rey Mago” el primer toro del Pana, herrado a fuego por Garfias. Se hace el silencio en la plaza. El Pana se transforma, abre el capote y zas. Tocan chicuelinas llenas de embrujo y torería. Se acelera en el brindis por los que pese a sus merecimientos no llegaron a ser figuras y se quedaron en el camino lleno de sufrimientos y calvarios. Allí también en aquel brindis se quedaron los 28 años en el ostracismo de El Pana, atrás los injustos y cobardes vetos, las huelgas de hambre y el mendigar por las calles y tentaderos junto a su inseparable hatillo.Un pase cambiado por la espalda enciende la llama del milagro, de la resurrección inspiradora. Rodolfo se va por la izquierda y El Pana vuelve por la derecha. Uno, dos, tres, basta, no se puede torear con más pellizco y temple a la vez. La muleta por los suelos, la mano a la rodilla a lo Lorenzo Garza. Pronto llegan los adornos y los trincherazos de ensueño a la sombra del gran Silverio, y nos preguntamos en casa ¿ pero donde estaba escondido este Pana?
Llega la espada, cuidado que corta el rabo y la arma. En esos momentos la plaza, con 18.000 almas en pié, es un clamor que pide a gritos el relevo mejicano entre los Zotoluco y Ortega. Pincha en cuatro ocasiones el panadero de Apizaco y acierta la afición en haberle visto en directo. Vuelta de honor al maestro en la que sería la más gloriosa de todas.Con el toro de la supuesta despedida de nombre «Conquistador” se atreve en banderillas el veterano maestro del estado de Tlaxcala. Al cuarteo y al quiebro pegado en tablas a una sola mano, firma la segunda gran actuación de la tarde. Segunda vuelta de honor con sabor añejo. Tras el brindis «sui generis” dedicado a las prostitutas, meretrices y mesalinas que saciaron su hambre y mitigaron su sed, llega la hora de la muleta y vuelve con la diestra en una faena más técnica y más lenta si cabe que la anterior. No hay espacio, ni tiempo para reaccionar, estábamos viendo brotar la magia de la fiesta de nuevo.
Gracias Pana por la lentitud, la eternidad de ese toreo que no se ve, ni se vende hoy en día. La espada volvió a fallar y eso que la faena era de otro rabo, pero que más da llegaron las orejas y las 4 postreras vueltas al ruedo en una tarde histórica. La epopeya se había consumado. Todos le daban por muerto, le habían preparado el funeral y él sólo se encargó de enterrarlos a todos en cuarenta minutos. Méjico entroniza a su último rey, heredero de los Garza, los Silverio, Los Armillita, Los Arruza y Los Procura para mayor gloria del toreo mejicano. Bendita inspiración y genialidad del último monstruo de la fiesta, que pronto confirmará en Las Ventas según me cuenta el protagonista de esta historia. Me adelanta incluso que llegará en barco y fumando habano. La liturgia hace al torero. Otro Gallo ha nacido al otro lado del charco, cuidado con este artista que no solo ha levantado pasiones sino que también siembra faenas para la historia. El Pana es torero de una sola tarde, pura y bendita inspiración, nadie sabe lo que hará mañana. El domingo firmó una obra arte y pronto se olvidaron sus otros siete toros devueltos con vida en ese mismo escenario.
Ése es su secreto, ésa es su estrategia que le hace ser distinto a los demás y la base, muy posiblemente de su éxito. Tuvo que venir un señor casi sexagenario para sacar a al luz las vergüenzas de la totalidad del escalafón taurino mejicano actual, esperemos sea este el comienzo de una nueva era en los ruedos de ese país.»(De Ignacio de Cossío)