ENTREVISTA

Daniel Luque se ‘desnuda’ ante la encerrona: «Será diferente de la de Dax porque yo soy diferente»


jueves 12 septiembre, 2024

El sevillano ha levantado gran expectación en el coliseo nimeño para enfrentarse en solitario a toros de La Quinta

Daniel Luque
Daniel Luque © Luis Sánchez Olmedo

Al analizar la temporada 2024, uno de los toreros que saldría mejor parado en cualquier clasificación es Daniel Luque. A lo mejor porque es un torero inclasificable, que rompe con las etiquetas de los toreros artistas y los valerosos. Tal vez porque, como él mismo asegura, el toreo «es una forma de sentimiento, de naturalidad, es una emoción. Y, como tal, tú utilizas las herramientas que tienes para expresarla. Pero lo haces de forma inconsciente, como te nace, como lo has visto y lo has admirado en los grandes maestros en los que te has mirado». Hoy es a él a quien miran los niños de las escuelas que quieren interpretar el toreo completo, total, tan impresionista como expresionista, porque tiene todas las facetas posibles.

Y eso, a estas alturas de su carrera, es un punto a favor para apostar, como lo ha hecho, por una tarde de seis toros en Nimes, la plaza donde se confirma en Francia, pero también donde Daniel tomó la alternativa. De eso hace ya más de quince años, y ya no es el meritorio al que doctoró un Juli que ya no está en presencia de un Castella al que superó hace unos días en el último mano a mano que han librado. Es un torero con historia, con bagaje y con mucho más cuajo y oficio que entonces. Y mucho más consciente de quién es. Por eso ahora quiere ratificar ese ‘momento’ del que hablan todos y que ya dura ocho años. A Jumillano le bastaron esos para retirarse multirrico, pero vivimos otros tiempos, y hoy es mucho más difícil que se te considere ‘figura’. ¿Qué más tendría que hacer Luque para que se le considerase como tal?

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«Pues, no lo sé, Marco. Yo sé quién soy y lo que soy, por eso me nace tener estos gestos con la afición, con los que me siguen y con los que aún quieren que les dé motivos, que estoy encantado de dárselos, porque para eso vivo y entreno», responde con serenidad. Aunque se perciba que él también sabe que no se lo ponen tan fácil como lo han tenido otros. «Sobre todo en Francia, porque fue aquí donde volví a sentirme importante, donde descubrí que era más torero incluso de lo que yo pensaba, y en una plaza, la de Nimes, donde me hice matador de toros y comenzó toda esta locura, que espero que siga por muchos años», explica ya entre risas.

Una locura en la que hay una ganadería que ha tenido siempre un protagonismo especial: La Quinta. Por eso es la vacada elegida para llevar seis toros al Coliseo y echárselos uno detrás de otro. «Es una familia a la que le tengo mucho respeto, y nos profesamos un cariño especial desde hace muchos años», desvela Daniel con admiración, «pero es, además, un toro con una embestida tan especial que no sabría ni explicarla, porque son cosas que hay que sentir. En la plaza, claro, pero también en el tendido, que es a donde yo tengo que transmitirlo», sentencia. Y no le falta razón, porque una de las mayores cualidades de Luque se ha convertido también en uno de sus principales ‘defectos’: parece tan fácil todo lo que hace…

Pero en eso no puede mejorar, porque sería empeorar como torero. Es peliaguda la cuestión. Sonríe. «Se me ha tildado de frío muchas veces, y de que a lo mejor no dejo a los animales transmitir el verdadero peligro que tienen», reconoce Daniel sin problema alguno, consciente de que es una realidad, «y yo podría hacer ver que los animales son de una forma distinta, pero me estaría traicionando a mí, que llevo mucho esfuerzo y mucho trabajo encima para conseguir ese nivel, y estaría engañando al público que paga su entrada. Yo no valgo para eso. Igual que no podría tirar las tres cartas con un toro y dejarlo por imposible sin haberlo intentado. Admiro mucho al que es capaz, porque ahorra al tendido tiempo y paciencia, pero a mí no me lo permite mi forma de ser, mi manera de sentir y entender el toreo».

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Esa forma de ver la profesión se pondrá de manifiesto este sábado en la plaza estandarte de Francia. Y lo hará a plaza llena, porque Luque en Francia es ‘gente’. De los que más ‘gente’ es, podría decirse, porque el país galo sí le da vitola de figurón. A lo mejor el tratamiento que se les da a los toreros tiene mucho que ver con la tan manoseada frase de «ese no mete gente». Porque la gente la mete el trabajo y la promoción, y cuando se le otorga a un torero, se ven los resultados. «Yo estoy encantado de cómo responde la afición en Francia conmigo. Pero no esta vez, sino en todas las encerronas que he protagonizado», afirma Daniel, recordando otras tardes muy importantes en su carrera en el país vecino. «La tarde de Nimes no será como la histórica de Dax, que puede ser la corrida más importante de mi vida. Pero no porque sea mejor ni peor, sino porque será distinta, y se verá al mismo torero, sí, pero de una forma distinta, con una evolución y un bagaje personal y profesional que, lógicamente, no es el mismo de entonces». No se puede explicar mejor.

Lo que sí se puede es indagar si ha preparado alguna sorpresa, algo especial para ese día. «No suelo hacer planes por adelantado sobre lo que voy a hacer», comenta el de Gerena, «porque creo que el toreo debe fluir con naturalidad cuando tienes al toro delante y ves su comportamiento y su condición. De poco te sirve tener muchas cosas preparadas si luego no tienes ocasión de ponerlas en escena. O te empeñas en hacerlo, aunque el animal no reúna las condiciones que necesitas, y pegas un petardo sin necesidad alguna», los dos reímos imaginando la ‘hazaña’. «No puedo decirte qué haré con los trastos en la mano, Marco, pero sí puedo garantizar que voy a salir a disfrutar del festejo, de la tarde y de mi profesión. De esa forma, tengo garantizado que disfrute el público».

Que así sea.

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