Concluía la feria de El Espinar con una corrida de toros en la que Emilio de Justo, Javier Cortés y Andrés Roca Rey hacían el paseíllo para despachar un encierro de José Vázquez, que sustituía al anunciado previamente, de Rocío de la Cámara.
Silencio para Emilio de Justo con un primero de feble condición
El primero de José Vázquez resultó deslucido en las telas de Emilio de Justo, con unos delantales muy suaves que apenas soportaba el animal por su justa fuerza. Soltaba la cara, además, y Emilio tuvo que sostenerlo mucho en la media altura, sin exigencias porque no podía con ella el toro. Lo pinchó, además, y escuchó silencio.
Javier Cortés saborea los naturales al segundo para cortar oreja
El segundo tuvo otras hechuras y también otra condición, porque no le sobraba la fuerza, pero tampoco le faltaba. Tenía fijeza cuando arrancaba, pero la apuesta firme de Javier Cortés hizo el resto. Siempre templando, siempre tragando y confiando en su colocación, con muletazos muy buenos a diestras y naturales desmayados de gran sutileza. Una última seria a zurdas desató la locura, pero un espadazo trasero y tendido lo dejó todo en oreja.
A Roca Rey no le acude el tercero a la pelea y termina en silencio
Con el tercero no terminó de pasar nada nunca. Ni el animal podía con su costal ni Roca lograba sacarlo de sus flojedades consintiendo y aportando suavidad y mimo a la obra. El peruano quiso tirar de sutilezas y buscarle las vueltas a la flojedad del de José Vázquez, pero no es eso lo que se espera de Roca Rey y no terminó de llegar al tendido. Le pegó un espadazo y a otra cosa. Silencio.
La sapiencia de Emilio de Justo estira las virtudes del cuarto
Emilio de Justo le cortó una oreja al cuarto, un toro con los mismos defectos que los anteriores, pero con buen fondo para agradecer la buena construcción de la faena de Emilio. Supo respetarle los tiempos, administrarle la altura y estirar todo lo que pudo las virtudes del animal, al que mató de estocada para pasear una oreja.
Faena en tres tiempos de Javier Cortes para cortarle una oreja al quinto
La faena de Javier Cortés al quinto tuvo mucha conjunción. El animal tenía un punto más de raza que los demás pero le faltaba fondo. La labor del madrileño se dividió en tres partes: en la primera llevó al toro al caballo por tijerillas, siempre muy metido y tuvo un inicio muy bueno, sin atosigar al toro, que tenía muy buen fondo pero era escaso. Pareció venirse arriba el animal, pero en la tercera tanda llegó la exigencia a diestras y en la siguiente, al natural, llegó el toreo detrás de la cadera, y el toro lo acusó. Por eso tuvo que llegar una tercera parte con estética, con suavidad y con gusto, ya sin tanta exigencia. La pena fue que lo pinchó y el premio quedó en una oreja.
Un gran Roca Rey se contiene para administrar y desorejar al sexto
El sexto fue el mejor de toda la tarde, porque le sobró la chispa y la transmisión que le faltó a los demás. Y eso que tampoco estuvo a la altura de lo que arrea el peruano, que tuvo que contenerse mucho para apretarle sólo cuando veía la posibilidad y ayudarle en los finales. Se fue haciendo con la embestida y terminó sacando el fondo bueno el toro para que lo torease Andrés a placer. Tuvo un punto de evolución el momento de Roca Rey, que demostró que sabe contenerse y no siempre aplasta a los toros como solía. Tanto lo cuajó el peruano que terminó cortando las dos orejas tras un aviso.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de El Espinar, Segovia. Tercera y última de abono. Corrida de toros.
Toros de José Vázquez, correctos de presentación. Feble y sin espíritu el mansito primero; noble y con cierta disposición a embestir el segundo; flojo y deslucido el castaño tercero;
Emilio de Justo: silencio y oreja.
Javier Cortés: oreja y oreja.
Roca Rey: silencio y dos orejas tras aviso.