Se pelan los políticos por Cuba estos días cuando la revolución la tienen en casa. Ente los propios ministros, que defienden el modelo dictatorial que sus socios critican. Como en el toro. Se pelan las empresas por los nuevos pliegos cuando la revolución, si quisieran, la podrían tener dentro. En su mismo chozo. Podrían hacer de él un caballo de Troya contra las Administraciones si hubiese el más mínimo atisbo de unión para luchar contra los abusos de políticos de izquierdas y también de derechas.
En medio de este galimatías, Simón deja la presidencia de ANOET. El que luchó porque Maximino, Garzón y García regresasen el pasado invierno a la patronal madre, no abandona el barco, mas sí el timón. Y los acontecimientos de los últimos días tienen que ver con la desilusión para abanderar el proyecto que parte del empresariado no ha querido -o no le ha convenido- ver. El romanticismo, a veces, se paga caro. Mucho.
Y es que además de la ruina a la que está sumida el sector, éste no logra unirse contra los abusos políticos en ciertas plazas. Y eso pesa. Y eso se tiene que denunciar si toda la banda está de acuerdo. Pero hay quien desafina con el sonido del pasodoble y prefiere remar contracorriente, por eso el timón de Casas no tiene sentido si su filosofía del bien común no quiere ser comprendida por algunos en este momento. Y es más: no es que no quiera ser comprendida, sino que no es baladí decir que algunos ni pueden llegar a comprenderla. Porque el verde del hoy les impide ver el medio verde del mañana, que pasado mañana será un cuarto de real… y al final no se sacará no ya para pagar los mínimos de los actuantes, sino ni siquiera para pagar el pienso que cuesta el pitón que sale por toriles.
Y, mientras, la Fundación a su trantran. Haciendo novilladas para 300 personas y olvidando las que meten 2.300 por tarde durante cinco días. Pensando en una Gira de Reconstrucción otoñal para rascar otro tanto. Recogiendo la manteca del Ministerio para un programa sin audiencia en lugar de apuntalar los cimientos de los medios que siguen dando el cayo sin cobrar un duro y a los que les piden apoyo desinteresado para sustentar su hoja de ruta. Rajando por lo bajini contra quienes no humillan la cara a la proposición de su muleta, una proposición que ellos creen que es de gobierno mas no barajan que dejan el huequecito entre carne y pitón en el embroque. El hueco del truco, que dicen, o más bien del peligro: el que corren si siguen por el camino que hace ver al no aficionado que la entidad es un chiringuito más que trinca pasta pública.
Mientras tanto, el toreo se sumergió en una reconstrucción sin plan nacida en junio, cuando resurgió la Fiesta en Badajoz, Toledo, Nimes, Arles, Alicante, Castellón, León, Granada Valladolid… sin que ningún organismo defensor de nadie hiciese nada por ello. Ni para bien ni para mal. Sin más impulso que el instinto popular de su esencia… y la ayuda del contrato privado para explotar estas plazas que no pertenecen a la Administración -salvo los dos cosos francesas citados y Alicante, en la que la empresa anduvo lista y presta para salvar al toreo en la ciudad, máxime del milagro de Madrid ya citado por este medio-.
Una reconstrucción sin plan que es la que está haciendo que Bilbao esté en son de espera sanitaria, a la par que el resto de ferias de agosto y que resurgirán como puedan antes de un septiembre copado de festejos rematados por Sevilla y, sobre todo, Madrid, con la gran Feria de Otoño que necesita la tauromaquia. Y vuelta a empezar: ese será nuestro error. Tratar el invierno como una preparación que, en realidad, son unas vacaciones. Jamás debió ser así y más en esta situación: el resquebrajo que puede hacer a la familia del toro no unirse de verdad cuando el sol sea más corto, puede hacer que la noche inunde por completo el 2022.
Que Casas abandone el timón de ANOET porque no ha conseguido la unión empresarial es algo que debe hacer reflexionar a todo el sistema. Porque no olvidemos que es alguien que ha empeñado su patrimonio por su pasión. Y aunque siga con el horizonte de su verdad y su defensa del espectáculo, no abanderará la unión de un empresariado que hasta ahora había dirigido con cabeza y, sobre todo, con lo que le ha hecho morir como presidente de ANOET: corazón. Pasión. Romanticismo. Ahí le vio la guadaña.
Ojalá surja el Debate para el Estado del Toreo o estaremos condenando a un rito único a un atolondrado rumbo que tiene como consecuencia la vulnerabilidad del sector frente a la Administración. Y ese es el más capital de todos los pecados.