A lo largo de la historia del toreo siempre han existido ganaderías icónicas que por una circunstancia u otra han acabado perdiendo protagonismo en las plazas, hierros que en su día coparon los carteles de una amalgama de plazas gracias a la petición de los toreros con mayor importancia del escalafón. Divisiones familiares, mala gestión, un bache que se alargó en el tiempo, problemas sanitarios, la subida del trapío y el volumen de los animales o los nuevos gustos de las figuras fueron alguno de los factores que llevaron al ostracismo a una serie de ganaderías de bravo.
Un citado ostracismo que han sufrido en sus carnes vacadas con sangres bien diferenciadas, hierros que han sido la base de muchas de las divisas que funcionan hoy en día pero que perdieron ese protagonismo con el paso de los años. Siempre se ha dicho que no existe ganadería sin ganadero, de ahí que ese cambio en la gestión afectara en un medio plazo a ciertos proyectos ganaderos. Uno de esos hierros que durante años ha estado orillado ha sido el de los Hdros. De Felipe Bartolomé, ganadería que lleva muchos años teniendo su cuartel general en la finca ‘Mojón Blanco’.
En estos pagos de Lebrija sus actuales propietarios continúan con un proyecto ilusionante, allí se sigue apostando por el toro de Santa Coloma vía D. Joaquín Buendía Peña, un encaste propio que actualmente tiene en las ganaderías de La Quinta, Flor de Jara o Rehuelga, entre otras, a sus mayores referentes. Muchos eran los aficionados que le tenían perdida la pista a esta ganadería, esa que en el mes de octubre metió la cabeza en redes sociales gracias a su aparición en Instagram.
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Una familia que sigue trabajando para volver a colocar a la divisa azul celeste y grana en las ferias, por ello el trabajo a realizar en la plaza de tientas es vital para dotar de regularidad a unos ejemplares con sello propio. Toreros como Javier y Borja Jiménez han palpado la bravura de machos y hembras en su coqueta plaza de tientas. Pero estos animales también han peleado por su vida fuera de la baja Andalucía, recientemente en las cuentas de las ganaderías de Raúl de Tomás y la propia de Felipe Bartolomé se han colgado fotos y vídeos de una jornada de tentadero en la finca que el futbolista hispano-dominicano tiene en la Comunidad de Madrid.
Allí el matador de toros madrileño Fernando Robleño y el novillo arriacense Jesús Romero se pusieron delante de varios utreros de esta vacada santacolomeña, animales que volvían a estar en el foco del aficionado gracias a las redes sociales. Tres novillos del G1 que; con sus virtudes y sus defectos, dejaron patente la evolución positiva que está tomando un hierro que tiene el sueño de empezar a meter la cabeza en las ferias de novilladas que se celebran cada año en España y Francia.
Sueños e ilusiones de Felipe Bartolomé, una vacada histórica
En estas tierras llanas y verdes se encuentra una de las ganaderías más célebres de nuestra cabaña brava, esa que comparte base genética con aquellos animales que durante lustros pastaron en la finca San José de Bucaré, santo y seña de este encaste. Dos vacadas gemelas que tienen su base sobre aquellos animales procedentes de la divisa de Enrique de Queralt y Maquieria, Conde de Santa Coloma. Sería en 1932 cuando José Buendía y Felipe Bartolomé adquieren los derechos del hierro y la totalidad del ganado.
Tras la compra de dicho ganado en la primavera de 1932 ambos deciden dejar al mando de ambos proyectos al joven Joaquín Buendía, quien en ese momento contaba únicamente con veinticinco años de edad. Los animales propiedad de su padre pasaron a marcarse a fuego con el hierro de Santa Coloma, mientras que el otro 50% que calló en manos de su padrino lo hizo con el de Surga. Como bien explica André Viard en su quinto Opus de Tierras Taurinas El citado hierro de Surga se puso a nombre de Felipe Bartolomé, en tanto que Joaquín Buendía conservó a título propio el del Conde de Santa Coloma, al tiempo que administraba de manera paralela la vacada de su padrino.
A la muerte de Felipe Bartolomé en 1959 Joaquín decide separar los negocios de ambas familias, cosa que no impidió que se ocupase de la selección del ganado durante 40 años con la inestimable ayuda de José Luis Bartolomé, hijo mayor de su padrino. Los años han pasado y ya son otras manos aquellas que gestionan directamente una vacada que sigue dando pasos para intentar meter la cabeza en un circuito donde ha entrado y salido en los últimos lustros.
Tal y como podemos ver en sus redes sociales, estos tienen preparadas varias novilladas para la campaña venidera, novillos bajos, armónicos y con las capas y accidentes típicos de este encaste. Se trata de ejemplares de mirada seria, esos que infunden respeto a aquellos que andan junto a ellos. “Novillos para 2025” se podía leer en esta reciente publicación de la vacada sevillana, un hierro que tras tiempo sumido en la sombra ve la luz gracias a la ilusión de esos resultados obtenidos en los últimos años.
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