Desde este medio llevamos unos días poniendo el foco en distintas vacadas que por una circunstancia u otra se ven obligadas a bajar la persiana y deshacerse del ganado por el que apostaron en su día. Hierros humildes que son pocos conocidos para el gran público, pero que el aficionado tiene localizado al tener su mercado en los festejos menores. Una serie de vacadas que dan sustento a esas fiestas de pueblo donde se lidian únicamente becerradas o festejos sin caballos.
Este es el caso del hierro cacereño de Ciriaco Toscano Martín, explotación ganadera que estuvo hace unos meses en manos de su hijo Antonio, un ganadero que se ha visto obligado vender el legado que su padre le había dejado una vez que decidió cederle el testigo de la ganadería: “La subida de piensos se hacía insostenible. Nosotros éramos empresarios en la zona de Cáceres y Extremadura. Mi padre era mayor y yo estaba cansado de pelear. Llevábamos 40 años haciendo pueblos, festejos de rejones, novilladas, toros en las calles… pero ya lo dejamos. La burocracia que hay y los Gobiernos que tenemos nos hacían la vida imposible”.
Una ganadería basada en el encaste Domecq, ese que viene regando el campo bravo español desde hace varios lustros: “Aquí casi todo era puro Jandilla, pero había algunas vacas viejas también de Núñez que le vendió la familia Gil a mi padre. Por desgracia lo he quitado todo, la situación como te dije antes es insostenible, sobre todo para ganaderos como nosotros que no vamos a las plazas importantes”.
Un capítulo que se cierra con un nudo en la garganta: “Era el sueño de mi padre y duele mucho tener que dejarlo atrás, pero para unos ganaderos como nosotros esto ya se había puesto muy cuesta arriba, no podíamos seguir estirando el chicle. Lo único que nos quedaba era encontrar un comprador y no tener que ser nosotros quien mandáramos los animales al matadero, eso hubiera sido demasiado doloroso tras tantos años junto al toro”, finalizaba el ganadero en palabras a este medio.
Una sangre que durante años seleccionó la familia Gil, esa que fue a parar a manos de Ciriaco Toscano y que ha tenido en Alfredo Barnechea, empresario y político peruano, su último dueño al deshacerse este del ganado al poco tiempo de ser adquirido. Un ganadero que decidió entonces apostar por la sangre Bayones-Flor de Jara, llevando ambas sangres -Atanasio-Luisardo y Santa Coloma-Buendía– por separado en una explotación ganadera de incipiente creación.
🗓️ DOMINGO, 14 DE AGOSTO
🕐 13:30 h. (aprox.)- Tras el encierro de la vaca y el toro de la tarde (13 h.), encierro y suelta a las calles del Toro de las Peñas de la Ganadería de Ciriaco Toscano, de nombre “Campano”.
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— 🏫 Ayuntamiento de Torrejoncillo y Valdencín (@AytoTorre) August 4, 2022
Valdeolivas, ahora una importante yeguada
La familia Gil, pese a tener su cuartel general en la finca abulense de “Valdeolivas”, dio cobijo a un buen número de cabezas de ganado en “El Arco”, dehesa de más de 1.800 hectáreas situada en el extremo noroeste de la provincia de Toledo. De estos pagos se fueron trasladando poco a poco vacas de esta rama a la citada finca de “Fuente De Valdechina”, lugar donde nuestro protagonista de hoy fue dándole su sello a la ganadería.
«Jesús Gil compró un número importante de vacas a la familia Núñez en 1991, así como reses de Marqués de Domecq y Martelilla en 1993. Entre unas y otras creo que fueron en torno a 500 reproductoras, y de esas desecharon más de 200, que nosotros echamos para los pueblos. Muchas de ellas las tentamos en casa para buscar ese tipo de toro que siempre soñé como ganadero«, acababa exponiendo el ganadero extremeño.
Ahora, Valdeolivas es una importante yeguada ubicada en la Serranía de Gredos.