CAMPO BRAVO

Así es es la finca en el corazón de Doñana donde ‘viven’ los míticos ‘pablorromeros’ de Partido de Resina


domingo 8 diciembre, 2024

El de Partido de Resina es un hierro que estuvo durante más de 100 años en manos de la familia Pablo-Romero.

Resina
Un toro de Partido de Resina y, a la izquierda, la finca desde el cielo. © J. J. Diago y YouTube

En el término municipal de Aznalcázar, muy cerca del pueblo de Villamanrique de la Condesa, se encuentra la vacada de Partido de Resina, un hierro con una sangre única donde confluyen gran parte de las castas fundacionales: Jijona, Cabrera, Gallardo, Vazqueña y Navarra. Con el paso del tiempo, el toro moldeado durante más de un siglo por la familia Pablo-Romero (1885-1997) llegó a erigirse como una de las vacadas señeras del campo bravo, una divisa en peligro de extinción que pese a todos los avatares sigue luchando por mantenerse en las ferias.

Un hierro que ahora tiene en los citados pagos de Aznalcázar su cuartel general, algo que no siempre fue así. En el momento de mayor esplendor de la vacada sevillana, su ganado se dividía en tres fincas: Benazuza y La Herrería, ambas en Sanlúcar la Mayor, y Partido de Resina, en la citada localidad de Aznalcázar, las cuales ocupaban una gran extensión de terreno. Como último reducto quedó una finca en plena marisma que pasó de tener un importante número de hectáreas a no pasar de las 300 que tiene actualmente.

Hay que tener en cuenta que el patrimonio de la ganadería de Pablo Romero comprende desde la finca de La Herrería, en Sanlúcar la Mayor, a la del Marqués de Saltillo; en ese tiempo en manos de su viuda, y otras fincas dedicadas a la crianza del toro bravo, crearon un vínculo de amistad y afición entre la población del citado pueblo sevillano y los más taurinos.

Una vacada formada por don Rafael José Barbero a mediados del siglo XIX con vacas Jijonas y sementales de Cabrera. Sería en 1870 cuando sería adquirida por don Rafael Laffitte y Castro, el cual tras tenerla durante 15 años decidió aceptar la oferta presentada por don Carlos Conradi en 1885, pero poco duraría en sus manos al venderse ese mismo año a don Felipe de Pablo Romero, primer eslabón familiar de una ganadería que cobraría fama en manos de dicha familia.

En 1906 pasa a don Felipe de Pablo-Romero y Llorente y en 1943, tras su fallecimiento, a sus hijos. A partir de 1944 se anuncia a nombre de don José Luis y Herederos de don Felipe de Pablo-Romero. Más tarde, concretamente, en 1956, se forma una sociedad familiar de la que se nombra gerente a don José Luis de Pablo-Romero, pasando a anunciarse como Hijos de Pablo Romero. Casi 20 años después, en 1975, le sucede su hijo don Felipe, y por fallecimiento de éste en 1979 pasa la gerencia a su hermano don José Luis.

Partido De Resina
Un toro de Partido de Resina. © José Joaquín Diago

Desde 1986 pasa a pertenecer en exclusiva a don Jaime de Pablo-Romero y Cámara. En 1997 adquiere la totalidad de la ganadería la sociedad Partido de Resina, S.L., conservando en la misma finca todo el ganado, hierro, antigüedad, señal y divisa. Un proyecto que tuvo a José Luis Algora como representante, un veterinario de reputada solvencia que en marzo de 2022 dio por finalizada su etapa en una vacada donde trabajó durante 25 años, esos en los que ha seguido buscando el prototipo de animal que siempre se seleccionó en la casa.

Partido Resina
Un toro de Partido de Resina e una imagen de archivo. © J. J Diago

Queda claro, que si hay un paradigma de belleza en la raza brava, ese es sin duda el toro de Pablo Romero. La fama de esta ganadería viene dada por la concordancia entre esa imponente fachada y un gran fondo de bravura, ese que fue capaz de evolucionar al compás de la tauromaquia y extraer de sus toros la nobleza, el recorrido o la fijeza en la embestida tan demandada en el toro actual, pero sin perder las señas de identidad que le hicieron llegar hasta nuestros días, rescatábamos del blog Encastes.