Es una revolución a montera parada. Pese a sumar únicamente dos festejos esta temporada recién finalizada a este lado del charco, Saúl Jiménez Fortes se ha convertido en uno de los nombres propios de este último tramo de la temporada. El matador de toros malagueño se enfundó el chispeante el 20 de agosto en Málaga en una corrida donde rivalizó en mano con Andrés Roca Rey. Volvería a trenzar el paseíllo en Montoro prácticamente dos meses después en una tarde donde el triunfo alcanzaría una repercusión mayor gracias a la presencia de Canal Sur.
Dos tardes que dejaron huella en el aficionado pese a no contar una de ellas con la presencia de la citada televisión. Los escasos vídeos grabados por aficionados aquella tarde de agosto en la malagueta corrieron como la pólvora por las redes sociales. El boca a boca llegó a todos los rincones de mundo taurino, volviendo a colocar al malagueño en primera plana de la información taurina. Las tres orejas cortadas fueron un espaldarazo a ese trabajo que venía realizando en silencio, un triunfo a la resiliencia, a la fe inquebrantable en un concepto.
Saúl necesitaba el triunfo como el comer, pero más si cabe el reencontrarse consigo mismo en una plaza de esta envergadura. La volcánica faena a ‘Ponderoso’, un toro colorao, bajito, fino y serio por delante de Núñez del Cuvillo, volvió a hacernos ver que el toreo cuando se hace con verdad y autenticidad llega no tiene parangón alguno. Fortes nos volvió a traer ese toreo de figura vertical, zapatillas asentadas y trazo largo ante un toro de vacas, un ejemplar que llegó en el momento justo. Confió en la entregada embestida de un astado que exigió caricia y nunca látigo, un ejemplar que todo lo quiso por abajo, ese que siempre empujó con los riñones colocando la cara y dándole la oportunidad al torero de ser uno mismo
Como dijo el recordado y añorado Pepe Luis Vázquez Silva, “Para mí el toreo es cabeza y muñecas, después alma, claro está. Si tú eres capaz de ponérsela y llevarla con suavidad se templan también con tu temple”, ese que le puso a cada muletazo aquella tarde de verano un espada que ha sido denostado por una clase empresarial que no mira más allá de la punta de sus zapatos. Una faena que venía tras una temporada donde pese a la falta de contratos el torero seguía confiando ciegamente en su forma de ver y entender el toreo.
Un amigo me dijo no hace mucho, “ese es el más sincero de todos, el que más representa lo que es el toreo”. Si bien es cierto que Fortes no ha tenido una carrera marcada por la regularidad, este nunca ha sido un torero mezquino, no se ha escondido en la falsa retórica ni en excusas peregrinas para no hacer frente a su responsabilidad en esas tardes aciagas donde no estuvo a la altura de aquello que se esperaba de él.
El malagueño ha sido un torero al que le han pegado, mucho y fuerte los toros, y eso frenó claramente su progresión, esa que ha tenido que ir haciéndose a marchas forzadas casi en la clandestinidad al verse postergado a un banquillo que más que pudrirle le ha curtido. Ahora ve algo de luz al final del túnel, sabe que ha conseguido abrir una brecha en un sistema que no puede seguir dándole la espalda por más tiempo, pero también es consciente que la temporada de 2025 se presenta crucial en su carrera.